Son tantos los castillos que están cayendo, y algunos tan altos, que ya no nos sorprende casi nada. Ahora, más que nunca, vemos que los «héroes» tienen los pies de barro. Nadie es más que otro sólo por ocupar un mejor puesto, aunque alguien lo crea. Empezando por el rey y hasta el último alcalde de pueblo. Más bien al contrario, suele suceder que las personas anónimas sean más honradas que las que deberían dar ejemplo.
Nos viene a decir el Conseller de Sanidad, en su reciente visita, que lo del Centro de Microsoft, junto al hospital, no se va a cumplir. Algo que se nos vendió «a bombo y platillo», como tantas otras cosas, que han quedado en la foto y palabras huecas, para promocionar -cuando no ocultar algo peor-. Las malas prácticas, si se adquieren y se repiten continuamente, pueden llegar a parecer normales, ¡cuidado! Por eso es muy importante aprender a hacer las cosas bien, que nos decían de pequeños. Si no, corremos el riesgo de acostumbrarnos a hacerlas mal y derivar hacia el mal comportamiento por sistema, de forma automática. Hasta sin darnos cuenta. Estamos viendo ejemplos de quienes se acostumbraron, por sistema, a obrar de forma incorrecta y hasta delictiva. Hubo un tiempo en el que todo iba tan bien que no se le daba importancia a ciertas cosas. Quizá se perdió una buena oportunidad de haber hecho mucho bien para todos, en lugar de sólo para el beneficio de unos pocos. Pero todo cambió y ahora se está pasando muy mal y se revisa mucho mejor. Por eso es muy conveniente que quienes están al frente de lo público tomen nota y actúen con honradez y humildad. Sin despreciar al adversario, ni al pueblo. O pueden caer en el error que cayeron otros. Es lo que tiene la Justicia, que, aunque es lenta, a veces llega y pone a cada cual en su sitio. Hay cosas que no se pueden hacer.
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