En un país allende la mar, corre una leyenda que nadie sabe si es cierta o fruto de la fantasía de los nativos. Se trata de Orlita Romero; unos dicen que se aparece como niña vestida de primera comunión y otros que de novia, pero lo verdadero es que las novias, días antes de casarse, van al cementerio a rezarle unas oraciones especiales, para que su matrimonio funcione bien. Hay 3 versiones sobre la muerte de Orlita. 1º Que en el momento de decir el «Sí, quiero», le dio un infarto y murió; 2º que alguien pisó involuntariamente la cola del vestido de la novia y ésta cayó por la escalera, desnucándose; 3º porque el novio no acudió a la iglesia. Sea cual sea la versión original, se ha creado una leyenda, y la gente la venera como si fuera una santa. La madre la embalsamó y puso en el nicho el cadáver, en posición vertical, más luego unas luces, y de noche se le puede ver toda vestida de blanco e iluminada. A veces dicen haberla visto andando, como suspendida en el aire, por la campiña, con sus vestidos y velo flotando al viento; también que ha evitado accidentes, poniéndose en el centro de una ruta para evitar el choque. En el aniversario de su muerte, la gente hace una romería, llegando hasta los muros del camposanto. Allí, en la explanada, cantan y bailan en honor a la muerta, rezando oraciones y recitando poemas. Hacen sus picnic juntando las comidas y todos comen y beben de todo, pues son varios los pueblos de los alrededores que concurren. No se sabe si, debido al fanatismo o los efectos del embalsamamiento, el cuerpo sigue incorrupto, por eso la gente cree que es virgen y santa (los árboles no nos dejan ver el bosque), y en esas aldeas, de gente noble y crédula, cunde el analfabetismo y se creen cualquier cosa que se salga de lo común, hasta llegan a decir que si un perro se arrima a ti a olerte es que te vas a morir. ¡Ver para creer!
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