Ébola. Inhumanidad y chapuzas

Hace unos años, vi en un dramático y duro documental de La 2 el inquietante y desconocido virus del ébola, cuya aparición, al igual que el sida, fue en esa África de la miseria, hambruna, graves enfermedades, muerte y guerras tribales.
Este documental lo presentaba una mujer mayor misionera que, al igual que otras, y las ONG, entregan sus vidas a estas causas nobles en los países olvidados del tercer mundo, necesitado de todo, incluso de vida humana. En él, hacía un angustioso y apremiante llamamiento sobre lo que estaba pasando con este desconocido y mortífero virus y su propagación incontrolada al no tener cura y no haber ningún fármaco que lo atajara en su avance imparable; y pedía a los gobiernos occidentales ayuda para luchar contra este virus apocalíptico y se implicaran en él, a la vez que medios para atenderlos humana y debidamente. Cosa que ignoraron y pasaron neciamente y sin un atisbo de humanidad, de esta llamada; pues esto era un problema sólo de África; y lo de investigarlo y ayudar, ni caso.
El estremecedor documental mostraba a pobres gentes de todas las edades moribundas entre estertores agónicos de muerte y sufrimiento. Unos, sobre viejos y míseros camastros; otros, tendidos en el suelo al no tener más. Esta humanitaria mujer, sin nada que la protegiese del contagio, contaba ante las cámaras del documental, todo lo que hacían para poder mitigar la tragedia humana de estos seres infectados por el virus, que consistía en estar cerca de ellos asistiéndoles como podían; con remedios caseros y hierbas que ni siquiera servían para aliviarles el sufrimiento.
Aquel SOS era una noticia del tercer mundo sin más, y no había tiempo ni dinero para investigarlo ni para paliar sus sufrimientos. Pero ese desconocido virus terrorífico, con el tiempo, se ha ido multiplicando y expandiéndose con su virulencia mortífera, e infectando a miles de seres de África: Liberia, Sierra Leona… Y aquel virus tan lejano, sólo de los africanos, como pensaban, entra por diferentes vías en nuestro rico y poderoso mundo occidental y se produce al momento un cataclismo de proporciones planetarias, que deja al descubierto a un occidente estúpido, ininteligente e inhumano, que está desorientado, sin saber qué hacer, ni por dónde coger y dar solución a esta grave pandemia desmadrada, que está generando una alarma mundial; y, en nuestro país, el primero en entrar, controles y protocolos, evidentemente sin coordinación alguna, son una muestra de ineficacia y torpezas más que chapuceras, como está sucediendo vergonzosamente, con este gobierno de mentiras y falsedades e incompetente, donde todo «va bien» y somos «ejemplo a seguir» en el mundo.
Y así, con esa mentalidad de seres superiores, envueltos en sus miserables grandezas y prepotencia, miraron para otro lado y, haciendo caso omiso a lo que denunciaba el documental y la gravedad del mismo, en vez de estimarlo y ponerse con rigor científico a estudiarlo y ver de encontrar un fármaco, una fórmula para curarlo o al menos detenerlo, para todas esas  gentes de África que lo estaban sufriendo miserablemente, lo ignoraron pasando de él y ahora andan como locos desconcertados con tratamientos experimentales que no llegan ni resultan. No saben qué hacer y están con el miedo a la propagación mundial, si no dan con una fórmula para detenerlo. Cuando lo del sida que también se produjo en África, se volcaron y se estrujaron las mentes de los laboratorios científicos en buscar un antídoto, una medicación con la que, al menos, no se muriese por esa nueva enfermedad que producía y produce el sexo mal utilizado; y claro, es que ahí estaban todos expuestos sin excepción de raza y status, y se «mojaron». ¡Hipócritas! Como en éste a ellos los «grandes» no les va a infectar como no mute y los contagie por el aire… Ahora ese extraño virus es el protagonista mundial y se hace presente en el primer mundo. Dicen que una imagen vale más que… pues ahí está el virus y su drama humano. Y en esos países de donde ha salido, siguen emitiendo llamamientos apremiantes de ayuda al explotador mundo rico y sus imágenes son dantescas e infrahumanas. Las condiciones que tienen para atenderlos son precarias y pobres. Asistidos por esas abnegadas y ejemplares gentes humanitarias de diferentes países que, junto a los propios ayudantes nativos, colaboradores… todos necesitan de medios para atenderlos bien, medicinas, instrumental sanitario, ropajes, hospitales y camas y sobre todo médicos, pues para atender a tanta gente enferma en esos países sólo hay un médico por cada cien pacientes; en otros lados, más de cien, y con la epidemia se está expandiendo sin freno en otros países. Hay ya miles de infectados, miles muriendo y miles de muertos. Aquí, tenemos desgraciadamente ya la primera e indefensa víctima de todo, puesto que el impresentable consejero de Sanidad, siguiendo la miserable fórmula que tiene este gobierno de esparcir dudas, mentiras, como estamos escuchando atónitos, culpabiliza a la auxiliar Teresa Romero de su contagio con el virus. Ahora Teresa está mal, y la nación entera está dolida por esta inocente víctima y las que puedan venir al haber estado en contacto con ella; e indignada y avergonzada ante esta calamidad de gobierno, donde los trajes que hay para aislarse del virus no son correctos en su protección, y no digamos la nula preparación, instrucciones y reglas para ponérselos y quitárselos, y demás irregularidades; más luego, el silencio infame y obsceno ante esta tragedia en África de las inhumanas multinacionales farmacéuticas. Mientras, en la infame Europa, preocupados, los mercados bursátiles financieros y demás buitres del poder infame, están dando alertas de hecatombe sobre lo que puede pasar a sus «macronegocios», sobre todo en España, si no sale bien de ésta. «Aviso a navegantes» ahogándose, y sin tabla de salvación. Ahora, a la religiosa Paciencia, infectada y curada por sus anticuerpos, a la que no quisieron traer junto al misionero infectado porque no era española, la necesitaban por sus anticuerpos en la sangre que, hasta ahora, se curan solos los que los tienen por propia naturaleza. Esta derecha de misa, comunión y golpes de pecho, que vienen bien «comidos», esta Unión Europea más que «saciada», este occidente sin escrúpulos ni humanidad ni moral, ni conciencia, es… despreciable, perverso.

Josefina García

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