El expolio de Caja Madrid-Bankia no debe quedar impune

Julián Carcaño Pareja
Ex-concejal y militante de Los Verdes de Torrevieja

Del hundimiento de Caja Madrid-Bankia, que nos ha costado a todos los españoles 23.000 euros, no sólo son responsables los golfos Blesa y Rato y los 83 consejeros que se gastaron 15,5 millones con las tarjetas opacas; las tarjetas opacas sólo son pecata minuta dentro de una de las mayores estafas económicas acaecidas en España, que ha servido para engordar los bolsillos de la casta y empobrecer más a los españoles.
Los golfos no surgieron de la nada en Caja Madrid; fueron colocados allí por organizaciones concretas que tenían la responsabilidad y el deber de controlar la gestión de sus representantes en esa entidad.
Blesa, amigo íntimo de Aznar, fue elegido Presidente de Caja Madrid en 1996 en virtud de un pacto del PP con IU y CC.OO. y con el apoyo de las patronales CEOE y CEIM. Ese pacto se mantuvo durante las sucesivas reelecciones de Blesa. En 2009, auspiciado por Esperanza Aguirre en su guerra contra Miguel Blesa, el corrupto Granados (PP) llegó a un pacto con IU y CCOO al que se sumaron PSOE y UGT para repartirse Caja Madrid; los firmantes se comprometieron en 2009 a pactar el relevo de Miguel Blesa al frente de la entidad, lo que suscitó la candidatura de Ignacio González, pactada por todos los grupos en la Asamblea de Madrid. La intervención directa de Rajoy tiró por tierra el intento de Esperanza Aguirre de colocar a González y determinó la elección por unanimidad de Rodrigo  Rato como Presidente de la caja en enero de 2010. Con la creación de Bankia, en diciembre de 2010, se finiquitó el consejo político-sindical-patronal de la extinguida Caja Madrid.
Los partidos PP, IU y PSOE, los sindicatos CC.OO. y UGT y las patronales CEOE y CEIM, han reaccionado de forma aparentemente contundente al expulsar de sus organizaciones a los directivos y consejeros de la caja que utilizaron las tarjetas opacas. Pretenden tapar con ese simple gesto su grave implicación –por acción u omisión del deber de vigilancia- en los manejos de la gestión de Blesa y Rato que condujeron al hundimiento y al rescate económico de la antigua caja de ahorros.
Durante un largo período de 15 años, esas organizaciones dejaron a Blesa y a Rato actuar a sus anchas en inversiones especulativas, en operaciones crediticias de alto riesgo, en préstamos hipotecarios agresivos y abusivos –que tantos desahucios generan-, en la estafa de las preferentes y en extrañas operaciones como la que condujo a Iberia a pasar a manos inglesas.
A cambio de su complicidad en la gestión de Blesa y Rato, o de mirar para otro lado, los partidos y sindicatos con presencia en el Consejo de Caja Madrid, obtuvieron créditos muy ventajosos, condonaciones de gran parte de esos préstamos, donaciones para sus invisibles fundaciones, ayudas para sus cooperativas, entre otras prebendas.
Sin perjuicio de las investigaciones judiciales en curso,  la gravísima responsabilidad de las organizaciones que participaron en la gestión de Caja Madrid no se sustancia únicamente expulsando y repudiando a los directivos y consejeros que ellas designaron. La responsabilidad debe ser asumida por las direcciones de las organizaciones que pactaron sobre Caja Madrid y que nombraron a sus directivos y consejeros.
El expolio de Caja Madrid no puede quedar impune. Por ello, cabe exigir:
– La dimisión/cese en sus cargos públicos actuales de todas las personas que formaron parte de las direcciones madrileñas de PP, PSOE, IU, CC.OO., UGT, CEOE y CEIM durante el período 1996-2010.
– La cuantificación e inmediata devolución de todas las cantidades económicas que esas organizaciones percibieron de Caja Madrid-Bankia en forma de condonaciones de préstamos, donaciones a fundaciones, ayudas a cooperativas o de cualquier otra tipo (incluyendo la parte del alto salario de los consejeros o de las tarjetas opacas que pudiera haberse derivado a sus organizaciones).
– Que se haga público el pacto secreto al que llegaron PP, IU y CC.OO. en 1996, así como cualquier otro acuerdo o pacto relacionado con la gestión de Caja Madrid y Bankia.
Y lo justo sería que, en proporción a la representación que ocuparon en el Consejo y en la Asamblea de Caja Madrid, las organizaciones que llevaron a la entidad de ahorro al desastre, se hicieran cargo del monto de los 23.000 euros que nos costó el rescate de Bankia a todos los españoles y que tanta repercusión tiene en los recortes sociales.

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