Poncio Pilato (que también fue corrupto y ladrón)

Manuel Bueno
Director de Colesterol Teatro

¿Te has mirado alguna vez las manos? Sí, detenidamente, me refiero. Arrugas. Ríos subterráneos de venas que marcan un territorio líquido inteligente. Dedos, que unidos, encajan como puzzle, si piden la voluntad del transeúnte. Palmas abiertas. Yemas de ocasión. Huesos caramelizados por la acción del dar y prestar atención a cada gesto. Manos infinitas. Infinitas manos mostrando su oculta suerte. Manos limpias. Pensamientos de almidón. Manos esclavas. Manos de algodón. Manos y octanos. Veloces manos. Prisa. Se va la brisa. Entre manos y humanos. Sopla temprano. Tiembla la mano. La mano en vano. Sangre y tierra. La mano negra.
Nos cuentan que Pilato, el romano que andaba ejerciendo de capo mafioso en tierra palestina, hace unos cuantos siglos ya, ante una decisión incómoda, como era la de condenar a un hombre (el cual, daría mucho juego al político creyente del mundo occidental que vendría después), optó, con el simbólico gesto de lavarse las manos, por declinar su responsabilidad en la condena y muerte de un tal Jesús de Nazaret.
Desde entonces, esa acción de lavarse las manos, se asocia con el sentir de «paso de pringarme, la decisión es de otros, a mí este asunto me la pela». ¿Os suena?, ¿Sí?, exactamente!, es el eco de la voluntad individual de todo hombre o mujer que se ABSTIENE de elegir. ¿A quién?, pues en primer lugar, a sí mismo, luego a los delegados de curso en su instituto, a los enlaces sindicales en el curro, a los concejales de su pueblo y, finalmente, a esos diputados que gobernarán cuerpos y almas de un país desolado como en el que ahora malvivimos.
Los que dicen ser «apolíticos» y pasan de participar, a lo largo de su vida, en los asuntos que nos atañen a todos, además de ignorantes son unos auténticos idiotas (término latino para designar al individuo que obvia la cosa pública, o sea que no sabe, no contesta cuando tiene que definirse y se lava las manos como si no fuera con él). Idiota, es una definición, ignorante, un insulto. O al revés, esto si que a mi me la bufa. Continúo. Estos apátridas sumisos, entregan su responsabilidad de elegir al dictado de las leyes que otros harán en su nombre y, probablemente, en su contra. Pues bien, esos que dicen que no opinan, esos silenciosos sin voz, nos dejan, casi siempre, al resto en un marco de flagrante indefensión frente al paso firme y pretoriano de aquellas ideologías que adoctrinan a los suyos a votar sin duda alguna y con rigor a las filas en las que militan.
Ni lo dudes. Estos partidos «legendarios» tienen un claro objetivo al intentar cosechar mayorías absolutas y absolutistas: acorralar a todo el que puedan para hacer valer sus rancios privilegios. Solo nos queda la rebeldía como respuesta para combatir esas leyes que nos atosigan y nos arrancan la dignidad como a corderos bobos e indefensos.
En este 2015, pues, toma las riendas. Sí, las de tu vida. No dejes que otros elijan nada de aquello que te importe. Si tu no lo haces, habrá otros que te muestren un camino que no es tuyo y te hundan también en sus propias miserias. Rebélate. Grita, mientras puedas. Y cuando no, espera el tiempo del cambio. Que ya llega. Que se adivina.
Un aire fresco nos trae las palabras del profesor Tierno Galván en un concierto en Madrid, allá en los 80: «¡¡Rockeros,…el que no esté colocao, que se coloque,…y, al loro». Pues eso.

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