En nuestro país, los divorcios y las separaciones son muy frecuentes. La mayoría de ellos debido a la crisis económica que estamos sufriendo, donde la diferencia entre pobre y rico en España se está haciendo cada vez más grande, donde la democracia parece continuar siendo una dedocracia, donde la gente parece tener miedo a hablar, mientras que los mentirosos y los corruptos parecen haber encontrado una nueva profesión.
¿Por qué en la mayoría de las ocasiones, cuando existe un divorcio o separación y una custodia a dilucidar, son las mujeres a las que les otorgan la custodia, la manuntención o la casa donde viven, sin considerar profundamente el derecho del socio/marido a sus bienes y la custodia compartida? Lógicamente, razones habrá.
Si las parejas huelen follón o injusticia en la otorgación de la custodia, ¿por qué no intentan solventar sus diferencias entre ellos y así evitar el tremendo laberinto administrativo o usar abogados y sus costos?
Ni los jueces, ni los abogados, ni los administrativos, ni el sistema, ni nadie, tienen la culpa de los problemas domésticos o sociales de las parejas y las custodias de sus hijos, son las parejas las que realmente deben abrir los ojos, pensar, pedir consejos y repensar antes de meterse en el desagradable laberinto de la ley, sus complicaciones y sus costos.
Una pareja de amigos españoles, que tenían problemas matrimoniales de todo tipo hace algunos años, especialmente en el departamento de cómo disciplinar a sus tres hijos, me preguntaron con mucha humildad y sinceridad por mi consejo para salvar su matrimonio.
He aquí mi consejo: Dar sin esperar recibir, perdonar, olvidar y respeto mutuo, sin olvidar que los niños son solamente niños y que la disciplina debe ir acompañada de amor, educación y raciocinio en todos los departamentos.
La pareja tiene hoy unos hijos estupendos y educados y salvaron su matrimonio.
José Antonio Rivero Santana
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