Continuación de «¿Por qué tanto odio y resentimiento?»

Jesús, en una de las muchas conversaciones que tenía con sus discípulos, en una ocasión les dijo «La gente os odiará y os guardará rencor, como a mí me odian y quieren matarme, os perseguirán y os maltrataran, incluso hasta la muerte», y eso efectivamente es lo que pasó y sigue pasando en los tiempos actuales. Los cristianos nos preguntamos el por qué de ese odio, ya que no nos metemos con nadie y solamente hacemos uso de nuestro derecho de expresión, que viene orientado por la Ley de Dios y las enseñanzas que, sobre el amor hacia los demás, nos enseñó nuestro Señor Jesucristo.
Él nos enseñó a ser libres, pero no se trata de la libertad a que se refieren la mayoría de las personas. Éstas definen la libertad como el hecho de hacer todo aquello que nos viene impuesto por las modas, los vicios, la bebida, el sexo, la droga, etc., y esto no es libertad, esto es una auténtica esclavitud que nos viene impuesta por la sociedad actual en la que vivimos. La libertad que nos enseña Jesucristo es la auténtica del espíritu, la que te hace feliz y completamente libre a las imposiciones de las que he hablado antes.
Jesús, en el Sermón de la Montaña, nos indica los pasos para poder alcanzar esa libertad de la que hablo y lo hace con la Bienaventuranzas:
1. Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán en herencia la tierra.
2. Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados.
3. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados.
4. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzaran misericordia.
5. Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.
6. Bienaventurados los que buscan la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios.
7. Bienaventurados los perseguidos por causa de la Justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos.
8. Bienaventurados seréis cuando os injurien, os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa.
Alegraos y regocijaos porque vuestra recompensa será grande en los cielos.
La palabra «Pobres», en tiempos de Jesucristo, es posiblemente la traducción de la palabra aramea «ama’arez» que en castellano traducido al pie de la letra significa «el-pueblo-de-la-tierra», o sea, «el pueblo común» y ésta es la palabra que usaría Jesús al traducir los evangelistas la palabra «pobres». Esta palabra era usada para definir a los despreciados de la sociedad, en la que el prestigio depende no del dinero o del poder político que se tenga, sino según los criterios religiosos, generalmente era empleada para aquellos judíos que no guardaban el sábado o algunos preceptos de la «Tora», principal libro religioso de los judíos. Jesús nos habla muchas veces sobre los pobres de espíritu, y se está refiriendo a los que anteponen las riquezas y el poder por delante de la devoción a Dios.
He recorrido Israel de punta a punta y he comprobado casi todos los sitios donde indican los Evangelios que estuvo Jesús, incluso he estado en Ein Karen, la casa del Profeta Zacarías, esposo de Isabel la prima de la Virgen María, donde ella estuvo tres meses ayudando a su prima embarazada de San Juan Bautista. He visitado en Betsaida la tumba de Lázaro y la casa de Marta y María. He estado en Belén, en la parte Palestina, donde he comprobado el sitio donde nació nuestro Señor Jesucristo, en fin, necesitaría mucho papel para describir todos los sitios donde he estado comprobando lo que dicen los Evangelios, pero el que más me impresionó y no me da ningún reparo en decirlo, pues me eché a llorar y a pedirle perdón, fue en la tumba de Jesús, cerca del Monte Calvario donde fue clavado en la Cruz.
Los cristianos vivían en comunidades donde todo era de todos y no se pasaba ninguna necesitad aunque eran pobres. Fueron los grades Emperadores y grandes señores, los que, al comprobar el poder que tenía el cristianismo de agrupar y tener cada día más adeptos, se erigieron en defensores y jefes de los mismos politizando y desvirtuando el auténtico cristianismo. Ese poder transformó la Iglesia y los que lo ostentaban hicieron verdaderas barbaridades en nombre de la misma. Fíjense que los hijos no herederos de los grandes señores eran nombrados cardenales sin ser sacerdotes siquiera. Esa es la historia negra de la Iglesia, la blanca siguió existiendo entre la gente humilde y sencilla de donde salieron los Santos que, por estar en contra de aquella Iglesia, fueron perseguidos, encarcelados e incluso quemados.
¿Por qué ese odio y rencor a la Iglesia de los humildes y sencillos de corazón?

Carlos García

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