De todos es sabido y bien notorio que el inventor del sado-masoquismo no pudo ser otro que el Marqués de Sade. Donatien Alphonse François de Sade, nacido el 2/6/1740, hijo único de Jean-Bastiste Francois Joseph de Sade y Marie Eleonore de Maille de Carman, ambos de familia noble, emparentados con la dinastia Borbón. El niño vino al mundo en el palacio de los principes de Conté (París), cuidándolo su madre, que era dama de compañía de la princesa. Con 4 años pasó Donatien al cuidado de su abuela paterna, en la Provenza, por motivo de un viaje que sus padres hicieron, en representación diplomática. Luego, por orden del padre, ingresó interno en el monasterio benedictino de Saint-Leger d’Ebreuil, a cargo del tutor, abad Amblet. Esa mezcla de lo religioso y lo profano lo persiguió toda su vida. En 1750, el abad lo dejó en París con su padre, ante el carácter caprichoso e indómito del niño, que, con el tiempo, hizo que su madre, avergonzada, ingresara en un convento. Aun así, el padre lo llevó al colegio jesuita de Louis-Le-Grand; allí parece que se aplacó un poco su genio, dedicándose con ahínco a la lectura, teatro, pintura e idiomas, aprendiendo fácilmente italiano y alemán. Con 14 años entró en la academia militar. A los 16 celebró su primera batalla, ganando condecoraciones por su arrojo y heroísmo. Trasladado al frente de Prusia, viajó por toda Europa y Constantinopla. En 1763, fin de la Guerra de los Siete Años, regresó a París. Su padre le tenía concertada la boda con Renée- Pelagie Cordier de Launay de Montreuil, hija de un noble de la Corte. El enlace se celebró el 17/5/1763 en la iglesia de Saint-Roch, de París. Fijó el nuevo matrimonio su residencia en Normandía, Castillo de Echauffour, propiedad de los padres de la novia. A los 5 meses de casados y con motivo de un viaje que hizo…
Continuará…
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