Y que cada cual piense lo que quiera, pero es para mi colega al que tengo enganchado, que por cierto, no sé si era de «zapatero», pero zapatero es.
Digo que, por un lado, se nos va la pinza, así en general, cuando un puñado de diputados provinciales, incluidos dos asesores y el jefe de comunicación, cobran más euros al año que el mismísimo Presidente de la Generalitat, se llame como se llame y sea del color que sea. Se nos sigue yendo la pinza con la supuesta «guerra del crucero», cuando se sabe que el personal de estos grandes barcos baja poco a puerto, porque lo tiene casi todo a mano, y que estas cosas hay que planificarlas con tiempo para no caer en un ridículo mayúsculo. Se nos va la pinza cuando decimos que el transporte escolar debe ser gratuito para todos. No, de eso nada. Hay que pagar y después ayudar a quien más lo necesita. Pero también hay que atender aquellos casos excepcionales de familias que no dispongan al momento de doscientos euros o más para hacer frente al pago del bus.
No se nos va la pinza cuando decimos que la idea es eliminar el Escudo de Oro del Patronato del Certamen, porque es que ya se estaba pareciendo mucho al «Diego Ramírez Pastor» (con todos los respetos para los premios y premiados): casi todo el mundo tiene uno ya en el aparador del comedor de su casa, lo cual está bien para el decorado final. Y no se nos va la pinza cuando decidimos reeditar aquel libro-castigo que versó sobre los cincuenta años del Certamen de Habaneras y que un reducido grupo de personas nos atrevimos a meterle mano, con el riesgo de hacer un trabajo mediocre. El castigo resultó plenamente satisfactorio para las partes en juego. El libro, a mi juicio, quedó digno. Obviamente, no nos premiaron, pero lo hacen ahora con ese reconocimiento de volverlo a editar. Gracias, de parte de todos.
Y ahora sólo resta que no se nos vaya la pinza y la Concejalía de Educación/Enseñanza edite un dignísimo trabajo del maestro de escuela D. Antonio Martínez, que duerme el sueño de los justos, y que desde la pedagogía quiere contribuir a llevar «El Quijote» a las aulas. Ahí es nada, maestro.
Y ahí es nada, zapatero.
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