…Anne-Prospére, que era monja, pero se juntó con «el demonio», que la hizo su amante. En otro viaje que hizo, con su criado, a Marsella, en una orgía con 3 chicas, al día siguiente aparecieron envenenadas y el Marqués condenado a muerte. Medió su suegra en el asunto y fue desterrado a Italia, donde su esposa Renée le ayudó a escaparse de la prisión (¡aquella mujer o era tonta o él le había comido el «coco», ya que ella misma le organizaba las orgías al marido!). Hay mujeres así, con tan poca dignidad aún hoy en día. Sabiendo el Marqués que su madre moría, acudió a París en 1777 y allí lo apresaron, confinándolo en la fortaleza de Vincennes hasta 1784, trasladándolo a la Bastilla. Esos años de encierro le valieron para escribir varios libros, entre ellos «Los crímenes del amor», «Las 120 jornadas de Sodoma o la escuela de libertinaje». Unos días antes de la toma de La Bastilla, en 1789, trasladaron al Marqués al manicomio de Charenton hasta 1790, por orden de la Asamblea Revolucionaria. Para esa fecha era un hombre obeso, medio ciego, semi-tísico… Viéndose tan deteriorado, buscó la ayuda de Renée, pero ella estaba tramitando el divorcio. Al fallarle su esposa, se lió con la actriz Constance Quesnet. Tuvo tiempo de escribir «Justine o los infortunios de la virtud», de motivo sexual y violento, volviendo a ser encarcelado. Con 74 años murió el 2/12/1814. Sus obras fueron prohibidas por «infames», circulando clandestinamente entre los siglos XIX y XX. Admiradas por Flaubert, Dostoyevsky, Rimbaud o Apollinaire, André Bretón las considero como las predecesoras de Sigmund Freud. Simone de Beauvoir dijo que «Sade tuvo el valor de descubrir lo que cada hombre oculta vergonzosamente». Sus obras han sido llevadas al cine y al teatro; la última fue «Quills». Durante muchos años, sus descendientes vivieron avergonzados y se cambiaron sus nombres y apellidos, pero las nuevas generaciones consideran un honor descender de tan famoso e ilustre personaje, que creó su propia forma sexual, el «sado-masoquismo». Fin.
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