Un padre, con una esposa enferma, y tres hijas, la mayor con sólo doce años, decide abandonar a su familia porque estimaba que estarían mejor sin él, un alcohólico, aún a sabiendas de que sólo la niña de doce años tendría que cuidar de la familia.
Después de algunos años, después de algunas aventuras, después de ignorar a la familia, sin pasar ninguna ayuda económica a la familia, después que la niña de doce años cuidó de su familia con muchos sufrimientos y penas, el padre se creyó preparado para regresar a la familia.
¿Por qué este hombre, que no bebía antes, se convierte, poco a poco, en un alcohólico? Sus genes, su infancia, carencia de responsabilidad y sensibilidad, malas compañías, la sociedad… lo cierto es que la familia, pese a que el padre parecía estar recuperado y con buenas maneras, y pidiendo disculpas por su terrible comportamiento, cuando las dejó abandonadas, sin comida, sin dinero, sin ropa, y con una esposa enferma; las niñas, ya mayores, no aceptaron la vuelta de su padre a la familia.
La niña mayor, después de tantos sufrimientos, aprendió que la vida se compone de saber dar y recibir, saber perdonar y olvidar, saber respetar y compatir, sin olvidar que la vida es un día corto, pero que es un día de trabajo, que no hay que dejar para mañana lo que puedes hacer hoy, y tener en cuenta que el decir no cuenta, sino lo que haces, y que si caminas sola irás más rápida, pero si caminas acompañada llegarás más lejos.
José Antonio Rivero Santana
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