Total, que me encuentro de sopetón en un año nuevo, leyendo documentos por aquí y por allá, prensa diaria variada (y casi siempre la misma música en distintas coordenadas, es decir, más bien escasa creatividad), y leo no sé dónde que los habaneros (no los que cantamos habaneras) de verdad, los de La Habana, están reinventando la ciudad con nuevas galerías, tiendas, restaurantes y alojamientos privados, noches de jazz y salsa, paseos por el malecón o la Habana Vieja, además de que el doctor Leal (que ya estuvo aquí en Torrevieja hace mucho) está rehabilitando sin parar aquellos decadentes y coloniales edificios. En fin, los habaneros transmitiendo nuevas energías. Yo, si pudiera ir otra vez, lo haría a ojos cerrados, para poder probar los frijoles de doña Eutimia, y hartarme de nuevo a mojitos así como a daiquiris en el mítico bar Floridita, junto a la emblemática escultura de Hemingway. O sea, Cuba siempre hermosa en su plenitud decadente. «Ay, mi amol, cuanta cosa güena». Uno, por el que ya va pasando el tiempo, tiene muy buenos recuerdos de aquel fantástico viaje, qué se le va a hacer. Y, con este lío de reinventarnos, me da la ligera sensación de que en nuestra aldea global vamos caminando con buen pie con ese nuevo impulso a las salas de exposiciones más la reinvención de nuevos espacios alternativos para la cultura, ya sea el teatro, la lectura de cuentos o la presentación de libros. De ahí el puntazo de La cueva de Melpómene y sus creadores. Todo un hallazgo con futuro por delante, supongo. Y si le echan un cable, mucho mejor: «mejol que mejol», dónde va a parar. Me viene a la memoria también la figura de Joaquín Guillamó, que ha estrenado nueva presidencia en la Asociación de Hostelería. Joaqúin es un hombre activo, con muchas ideas, con mucha experiencia en el gremio, y de hecho ya ha apuntado algo previsto como es ir hacia el Turismo de Salud, de Balnearios. Y uno sigue pensando que lo de Toyo Ito fue muy buena idea pero mal ejecutuda, por las prisas, los autoritarismo y las cosas (varias) que tiene el Poder. Ojalá que podamos recuperar la idea y no al hijo de Aznar, un patriota, que aconseja a los fondos extranjeros que no inviertan en nuestro país. Nosotros tenemos que seguir invirtiendo en nuestros sueños, por eso los miembros de Sueña Torrevieja han de seguir soñando y dejarse de malas películas, películas internas que existen en todos los partidos, ay, que ellos no iban a ser menos ni excepcionales. Así que, de momento, año nuevo, berenjenal nada novedoso. Esperemos que no vaya a más y reine la concordia particular e institucional.
Y con este lío de reinventarnos llegó a la conclusión que el Balneario de Lodos era bueno, salvo que se le ocurrió al innombrable. Adonde yo le diga.