Vivimos días de gran estupor ante episodios como el juicio del caso Noos, donde una abogada del estado afirmó que «Hacienda no somos todos», en su afán de defender a la infanta Cristina -a la que recientemente se ha retirado el nombre del Palacio de los Deportes de Torrevieja-, o el desmantelamiento de una trama en la que han sido detenidos cargos de la Sociedad Estatal Acuamed por llevarse comisiones, presuntamente, de la adjudicación de obras como las del barrio de San Roque en Torrevieja, dejando, además, paralizada la licitación de otras obras como las del esperado paseo del Acequión. Sin embargo, muchas personas han tenido reacciones más airadas por la presencia de un bebé en el Congreso; una presencia que, aunque deliberadamente provocativa, ha servido para que, por una vez, el debate público se centre en problemas más humanos, y que afectan al día a día de las familias mucho más directamente que la independencia de Cataluña o la prima de riesgo: la difícil conciliación de la vida familiar y laboral, y la insignificante baja de apenas 4 meses, que condena a la separación forzosa de sus progenitores a pequeñas personitas que aún no están biológicamente preparadas para ello, y a las familias a hacer malabares. Sin embargo, despiertan más comprensión los primeros acontecimientos, al son de «si yo pudiera, haría lo mismo», lo que nos dice mucho sobre el nivel de deshumanización al que estamos llegando. En España, cada vez más niños se quitan la vida víctimas de un acoso contra el que nadie hace nada. Los enfermos graves y los crónicos encuentran cada vez más trabas. Y en Torrevieja, observamos atónitos cómo un hombre dio una paliza en plena calle a quien consideraba su padre (biológico o no, es lo de menos), hasta -presuntamente- causarle la muerte, y muchos lo vieron, pero nadie avisó a la Policía. Y es que lo humano no importa. O quizá ahora esté empezando a importar, o eso queremos creer. Y nada más humano que la risa para remover conciencias y pasar un buen rato. Así pues, disfrutemos de este Carnaval que ya ha comenzado.
Bien, muy bien.
«que afectan al día a día de las familias mucho más directamente que la independencia de Cataluña o la prima de riesgo»
El escritor se equivoca: Para que los problemas humanos tengan solución es preciso primero respetar la Ley, el consenso Constitucional y la legitimidad democrática.
Sin ello, no se puede tener una sociedad próspera, solidaria y justa de hombres libres e iguales.
De la democracia de la Transición -de la Ley a la Ley- y de la Constitución, hemos ido a la cleptocracia de los partidos; y de esta, como la izquierda -que odia a España- ha capitalizado el descontento social creado por la corrupción y la crisis económica, hemos llegado a la holocracia (cualquiera al poder), dando lugar a que ayer un simple diputado autonómico catalán pagado por todos nosotros dijera: «si el Rey quiere corona, corona le daremos; que venga a Barcelona que el cuello le cortaremos».
Esto solo lo arregla la dictadura. Y el articulista se equivoca (cualquiera al poder, cualquiera a los medios de comunicación a crear opinión). Una desgracia…