De un tiempo a esta parte, parece ser que, salvo honrosas excepciones, todos aquellos que entraban en partidos políticos con opción de tocar poder, especialmente en las instancias más altas, lo hacían por su interés personal, y no para defender el interés público (como debería ser). Prueba de ello son los innumerables casos de corrupción que no paran de salir a la palestra. O, incluso, el hecho de que los principales partidos lleven más de 2 meses sin ponerse de acuerdo, mirando más por sus intereses partidistas particulares y por lograr más cuota de poder, que por obedecer el mandato de las urnas y trabajar unidos por el bien de la ciudadanía. Volviendo a la corrupción (por cierto, tan flagrante que ha hecho que C’s descarte públicamente la moción de censura en Torrevieja), no sólo se puede encontrar en la cúspide de la pirámide, sino que afecta a niveles más bajos de la estructura (autonómico, provincial, local…), y no sólo a políticos, sino otro tipo de agentes relacionados con lo público. Se ha conocido el procesamiento de empresarios relacionados con entes públicos, presidentes de asociaciones, trabajadores de empresas públicas, incluso funcionarios… En Torrevieja, sin llegar a lo delictivo, han saltado a la prensa denuncias públicas que sugieren que algunas personas podrían estar defendiendo sus intereses por encima del servicio público o de los protocolos del Ayuntamiento, afectando no a los políticos, como puede parecer, sino a los ciudadanos, que son quienes sufren las consecuencias últimas. Al final, el egoísmo se vuelve contra uno mismo, y contra todos. Por eso, los futuros gobernantes tienen el reto de desterrar el egoísmo e instaurar el camino de la solidaridad.
Hoy mismo: Hernández Moltó, la PSOE, Caja Castilla-La Mancha.