Un grupo de empresarios catalanes a principios del pasado siglo, al ver que los trabajadores empezaron a hacer huelgas y por tanto iban perdiendo poder, decidieron ampararse en la política para no perder ese poder, ¿y de qué manera? Pues tergiversando la historia, haciendo creer que Cataluña era una nación.
Todo ello se acabó cuando empezó la Dictadura de Franco, todos ellos se volvieron adeptos al Régimen, y más cuando Franco decidió enviar a Cataluña una ingente cantidad de dinero para proteger los telares y toda la industria catalana y lo mismo hizo con las Provincias Vascongadas en detrimento del resto de España.
Finalizada la Dictadura, volvieron a ampararse en la política. Volvió del exilio Josep Tarradellas con la célebre frase «Ja sóc aquí» (ya estoy aquí). Fue un político defensor de la unidad de España, con las singularidades de Cataluña y demás regiones que conforman España. Pero, cuando falleció Tarradellas, entraron en la vida política los Sardà, Serra, Pujol, etc., etc., con la misma cantinela de siempre, y los catalanes y andaluces que formaban la sociedad catalana por conveniencia entraron en el rol.
Cataluña nunca ha sido una nación, desde sus orígenes separada de Aragón, siguió siendo territorio español.
Este grupo de oportunistas debe saber que nadie puede saltarse la Ley, pues quien lo hace se convierte en un delincuente y, por tanto, le espera la cárcel. No hay inmunidad para los que delinquen.
España vive en democracia y a esa gente que quiere vivir del cuento hay que denunciarla, y la mejor manera es que el pueblo catalán despierte de ese letargo en el que está, y democráticamente cuando haya elecciones les expulse de esos privilegios que se han tomado.
Es lo que necesitan Cataluña y España para vivir en paz, con democracia y progreso.
También el Gobierno español debe ser fuerte, justo y respetuoso con todos, al revés de lo que es ahora, pusilánime, corrupto y partidista.
José Martínez Camallonga
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