Manuel Bueno
Director de Colesterol Teatro
La realidad es lo que sucede. Visible o no, lo real se manifiesta sumando certezas a unos y desilusionando a aquellos que, quizás, hagan posible esa remesa de obviedades futuras. El pasado no existe como asunto tangible, es simplemente un salto cuántico hacia atrás. La realidad nos explota en la cara (o en la espalda) como el encuentro entre una ola, poderosa y dominguera, y un acantilado rockero-rocoso para regalarnos las imágenes más bellas de un concierto en el que la música acuífera nos despierta salpicándonos de realidades infinitas que empapan nuestras emociones hasta las trancas.
La realidad la hacemos todos. Tú y el mar, ella y la piedra acantilada, Neptuno, las sirenas,….todos. A veces, somos los auténticos protagonistas, y otras, son tus vecinos los que «empujan» para que las cosas amanezcan moradas y podemíticas. Que el Sol calienta, es real. Que Bárcenas devuelva el parné, no. Que el agua moja, es real. Que la ministra de trabajo, trabaje, no lo es. Que en el desierto del Gobi se te seca la ropa recién sacada de la lavadora en un pispás, es real. Que el rey es real, no. Y así hasta un millón. La realidad está aquí y ahora. Nos guste o no. La vida de cada ser es real. Los sueños solo fueron o serán una posibilidad. Pero lo posible, podrá o NO mostrarse realmente. O sea, sucederá, o NO. El orden de las cosas, de lo que sucede, lo marcamos todos. Con Trump, dicen que no será así, pero no es cierto. Trump existe porque ha habido unos cuantos millones de individuos que le dieron su confianza. A Rajoy, ganador del marathon de Percebeiros do Caraio, también. Al PP, también. En todo lo que sucede (realidad), tenemos parte de responsabilidad: fuimos cómplices de PPedroalcalde en sus veintitantos años de teocracia paleta, y fuimos, también, responsables de que la cárcel le ajustara las cuentas. O sea, que no desaparecemos en el hilo de la Historia. Si haces, cuenta. Si te inhibes, también cuenta. La realidad es eso: hacer, no hacer, sentarse, levantarse, comer, ayunar, el yin, el yan….votar, abstenerse, no votar, votar al partido del porro, en fin…
Quejarse de la realidad es quejarse de sí mismo (nadie va a vivir por ti). Cada cual puede cambiar de actitud ante Pedro Sánchez o seguir dándole palmadas en la espalda; puede hacerse el sordo ante Rivera, o escuchar a Inés Arrimadas, que es más estética y pija que Albert, etc. Tu intento de cambio personal sin cambiar de objetivo, es no ajustar correctamente el punto de mira. La realidad es el puñadito de arroz que cada comensal echa a esa paella de la vida. Esa vida que no tiene otro objetivo que el de que permanezcamos activos (despiertos), disfrutando de lo que nos rodea, intentando cambiar lo que nos inquieta y sintiéndote agradecido por lo que la Naturaleza nos da gratis, sin esfuerzo alguno.
No enciendas la calefacción y ponte una manta por encima, para no arruinarte (los indígenas lo hicieron, y lo siguen haciendo, y no son menos dignos). O échate a la calle, para intentar parar esta política mafiosa en favor de las eléctricas (en Bulgaria han derrocado al gobierno, hoy mismo, por este asunto). A los políticos no debiéramos pagarles por jodernos la vida, la realidad, nuestro momento. En Islandia dejaron caer la Banca, en una realidad contrastada sin precedentes, ahora son un país próspero y a imitar. Aquí, en Españistán, no se deja caer sino a los del Yakolev, porque Trillo vivió y vive una realidad paralela, como un avatar al que habría que darle una patada en el culo para que, entre otras cosas, dejara de ser hijo adoptivo de un pasado fachicida y corrupto del PP torrevejense y monolítico de antaño. Al nacional, le debería dar vergüenza aparcarnos en esta puta realidad, que nos tiene maniatados y empobrecidos en este tercermundista secarral. Depende de nosotros el cambio. A estos no les importamos ná. Espabila y muévete, o te morirás congelao. Como un carámbano.
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