La liturgia de hoy nos habla otra vez de la sal y de la luz. De la ejemplaridad, de la responsabilidad y del compromiso. Jesús, según San Mateo, les dijo a sus discípulos que «eran -seríamos- la sal de la Tierra, si la sal se vuelve sosa»… Nuestro Papa Francisco reflexiona sobre ello, y nos incita a darle «otro sabor» al ambiente desbordado de relatividad y subjetivismo a ultranza en el que vivimos, y que lleva implícito a la tan dañina corrupción. Si mala resulta la corrupción material tan demonizada ahora, con razón, peor es la otra que vuelve laxa y acomplejada a nuestra conciencia, que se las ve y desea para transitar por los caminos de la integridad moral… o ética por lo menos. En cuanto a la luz, nada debe estar escondido ni en tinieblas. También les dijo Jesús: «sois la luz del mundo… no se enciende una lámpara como no sea para ponerla en el candelero que alumbre a todos los de la casa…». Acorde con ello, y como símbolo, cuando bautizamos se encienden velas del cirio pascual con una fuerte connotación. Sí; es la luz de Cristo, que estamos obligados a anunciar sin tapujos, con alegría y… con todas las consecuencias.
Me lamentaba el mes pasado de malos augurios en el tránsito de un año viejo a otro nuevo. Empezamos, y seguimos presos de nuestros conflictos que no acaban y tienen mucho que ver con lo anterior. En el contexto internacional que tanto afecta a todos directa y vitalmente, no hay mayor incertidumbre que la llegada al poder en EEUU de un hombre prepotente empeñado en gobernar a golpe de decreto, y cuya rúbrica nos enseña ufano todos los días como si fueran las tablas de la ley, y escribe «tuits», en vez de estar en su despacho trabajando entre expedientes y buenos asesores. Como persevere, pronostico un conflicto social sin precedentes en el país líder del mundo -ya con otros-, cosa insólita en su historia y con repercusiones imprevisibles para todos los demás.
Y en nuestra España, los medios… ¡Oh, los medios! El que más leo yo publica su encuesta en estas horas, y, entusiasta del bipartidismo, se congratula del mínimo ascenso en escaños de los susodichos… Pues yo creo que no. Aquí no hay dos partidos, sino ocho. Cuenten. Cuatro de ámbito nacional, y otros cuatro nacionalistas, de los cuales son de derechas dos, y de izquierdas, más o menos radicalizados, otros dos. Y comoquiera que en esta España nuestra seguimos sin darnos cuenta de la magnitud del desafío de unos cuantos políticos miserables que mandan en Cataluña, tan educados ellos en sus apariciones en tv, pero que nos llevan a todos a un desastre, con dejación, eso sí, desde hace mucho tiempo, de los otros políticos que han tenido y tienen poder para haberlo evitado, creo que el bipartidismo transversal, como se dice ahora, y que nos acongoja en estos momentos, es otro. Los que más o menos sienten a España, y los que quieren dinamitarla. Y lo más preocupante: el segundo de los grandes, según su costumbre, sigue deshojando la margarita y no sabe donde ponerse…
JortizrochE
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