Juicio oral

Ante el gran espectáculo de la clase política con sus dimes y diretes sobre el «tú mas», referido a la sospecha de corrupción de muchos y que debiera extenderse a otros ámbitos y no sólo al económico, me viene a la memoria lo que nos ha dicho el Levítico uno de estos días en la Liturgia.
Hemos oído: «No hurtaréis, ni os haréis engaño y mentira unos a otros». «No oprimas a tu prójimo ni le despojes violentamente». «No hagas injusticia en tus juicios, ni favoreciendo al pobre, ni complaciendo al poderoso; juzga a tu prójimo según justicia». «No vayas sembrando entre el pueblo la difamación; no depongas sobre la sangre de tu prójimo». «No odies en tu corazón a tu hermano, pero repréndele para no cargarte tú por él con un pecado». Esto es tremendo, y hasta después Jesús lo magnificó y perfeccionó con sus enseñanzas, sus Mandamientos y sus bienaventuranzas sublimes.
Sin embargo, ¿¡cómo vamos a tener tiempo los hombres y mujeres de hoy, y sobre todo los jóvenes, de leer estas cosas!? ¡Además de considerarlas antediluvianas, nos queda escaso tiempo, si nos acercamos a menudo o algo más, a los medios de comunicación que nos aturden, y que ni te cuento las capacidades que demuestran tener a la hora de conseguir las máximas cuotas de audiencia, que es lo único que les importa! Hace unos momentos he visto en la tele una entrevista que se le ha hecho a un juez de menores que se lamentaba amargamente de que a los niños grandes, ésos que no llegan a los catorce años, edad penal, se les regale enseguida el móvil de última generación cuando hacen la primera comunión o vienen las Navidades con sus Reyes. Dice el hombre que nos estamos equivocando, los padres, los colegios, y también esta sociedad a la que nos hemos aferrado, ¿del bienestar?, y que dispone, como sabemos, de avances tecnológicos que, no utilizados con sentido común, harán de bumerán, con daños irreparables para todos. Las redes sociales empiezan a ser ciénagas en la que vale decir cualquier cosa por disparatada que sea, y donde se insulta y se amenaza impunemente.
Y es que el concepto de corrupción terminará por diluirse, por difuminarse, y le costará mucho trabajo a la justicia (que al final será la destinataria de todos los envites, porque nunca hay responsabilidades políticas de ninguna índole), aclarar y dilucidar las actitudes y actuaciones de los que se dice tienen esa alta responsabilidad, cuando, representándonos, deben gestionar con pulcritud y para nosotros, los dineros públicos.
Sospechas, investigados, imputados, encausados, emplazados a juicio en vista oral, querellados y actores que se querellan contra aforamientos y sin ellos… En fin. Para qué seguir. Si hasta el candidato de la derecha a la Presidencia de Francia, que será imputado por nepotismo según las crónicas el próximo día 15, insiste en presentarse aduciendo que el sufragio universal del pueblo soberano prevalece ante cualquier decisión judicial… (¡?)
Pues dentro de todo esto, yo digo que no queda bipartidismo ya, y no sabemos si volverá. Hay ocho partidos, tirando cada uno de la parte del carro que le conviene…

JortizrochE

Sé el primero en comentar

Dejar una contestacion

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.


*


*