¿Empresario o emprendedor?

Víctor Conde, coordinador del Club de Emprendedores Nebrija, escribe sobre la revolución tecnológica y los nuevos modelos empresariales.
Este sr. dice que muchas veces se ha formulado esta pregunta y, la verdad, no sabe hallar una diferencia clara en el significado de ambas palabras. Si acudimos al diccionario de la RAE, nos encontramos:
Emprendedor: Que emprende con resolución acciones o empresas innovadoras.
Empresario: Titular propietario o directivo de una industria, negocio o empresa.
Tal pareciera que se reserva la innovación al concepto de emprendedor, pero todos sabemos hoy que un empresario y una empresa que no sean innovadores tienen sus días empresariales contados. Y no es cuestión de tamaño, pues, con gran frecuencia, asistimos a la desaparición de grandes empresas y corporaciones que, simplemente, no han sabido innovar para adaptarse a la nueva realidad y exigencias del mercado.
Este sr. lleva años dedicado a la docencia en la Universidad de Nebrija y coordinando su Club de Emprendedores. En todo ese tiempo, siempre se ha hecho hincapié en esa faceta característica del emprendedor que reside en la innovación. Y en la innovación para afrontar nuevos proyectos dentro de empresas existentes, tanto como en la capacidad creadora de nuevas empresas. Es decir, hoy hay que ser emprendedor allá donde se esté, y de ahí la importancia que ha adquirido esta palabra en el vocabulario y acervo comunes.
Éste es el espíritu que se traslada a todos los estudiantes de la citada universidad, intentando que puedan salir de la misma, además de con la titulación correspondiente y con un bagaje de competencias y habilidades profesionales necesarias, también con un proyecto de innovación empresarial bajo el brazo. Pero este esfuerzo también se intenta extender al ámbito escolar pre-universitario, con el Premio Jóvenes Emprendedores, convencidos de que es ahí, en la educación más temprana de las personas, donde se debe empezar a forjar este carácter innovador.
La dura crisis que hemos padecido en el mundo nos ha hecho reflexionar a todos sobre sus causas y orígenes, así como sobre sus efectos. Muchas son las causas, entre las que creo podemos situar en un primer plano una sistemática pérdida de valores, además de una falta de flexibilidad y adaptación a un ritmo acelerado de cambios que se estaban produciendo en todos los campos, fruto de un desarrollo tecnológico sin precedentes.
Entre los efectos de esta revolución tecnológica está el del nuevo modelo empresarial y de empleo que se está imponiendo en el mundo. Las start-up (puesta en marcha), el autoempleo, la economía colaborativa, el co-working (trabajo en equipo), el crowdfunding (financiación de múltiples), el enfoque cliente, la responsabilidad social y el personal-branding (marca personal), entre otros, son nuevos conceptos y realidades que han llegado a nuestras vidas y lo han hecho para quedarse. Y todo ello forma parte del ecosistema emprendedor que venimos pregonando hace ya 20 años, cuando nadie hablaba todavía de ello.
Hoy existe una conciencia colectiva sobre la necesidad de empresarios-emprendedores o emprendedores que creen nuevas empresas o consigan hacer evolucionar las existentes. Ya nadie mira con recelo esta figura esencial para el desarrollo de nuestras economías y países, pues no olvidemos que la riqueza sólo se genera en el ámbito empresarial.
Actualmente, desde la Universidad de Alicante, están viniendo profesores de algunas materias más intelectuales que económicas y emprendedoras. Nos quejamos de que el comercio de nuestra ciudad está desapareciendo y no tiene el ambiente adecuado de visitantes y compradores de antaño, pues ahí tienen Vds. un ejemplo vivo de lo que se trata de un sector caduco por falta de innovación y emprendedores capaces de transformar las ideas anquilosadas de nuestros comerciantes. No existen criterios de unión y transformación en la forma de comprar y vender, seguimos esperando que el cliente venga a nuestra tienda o comercio, y eso ya no existe. El comerciante es el que debe traer al cliente a su tienda, debe aprovechar las nuevas técnicas de neuromarketing para crear en el subconsciente de la persona las ganas de comprar aunque no quieran comprar lo que están viendo. En definitiva, hay que ser emprendedor e innovador más que quedarse quieto a ver qué es lo que pasa.
¿Qué hace esa plaza de abastos abandonada? ¿Por qué no se ha tratado de adquirirla y montar en ella un gran y moderno edificio comercial? Pronto se llenarían los alrededores de nuevas tiendas y empresas. ¿Por qué no se facilita un  aparcamiento barato, moderno y con servicios en una plaza como la de la Constitución? ¿Por qué…?

Carlos García

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