Sueños y añoranzas

¡Hermana, si tú supieras lo que me duelen en el alma todas esas triquiñuelas! Pasaste por mi vida, no sé si fue un sueño o tal vez un anhelo, pues me duele quererte y perderte. Nuestros silencios tristes, el rumor de las olas, mirando fijamente la blanca caracola. No eras bello ni altivo, acaso sí, indolente, cuando tu ruda mano acarició mi frente. ¿Acaso eras de otra que te adoraba más? Yo nunca pude amarte y caminé hacia el mar. De allí, de la distancia, me llega tu recuerdo como una turbación, y quisiera olvidarte sin hacerte traición. En las tardes de otoño, cuando cae la hoja, el árbol siente frío, gime la gaviota, y yo, añorando tu ausencia, siento el escalofrío. Quizá estoy añorando algo no sucedido, soñando con los ojos abiertos un destino fingido. ¿Recuerdas aquel vestido de lunares azules? Si mirabas al cielo era como las nubes, blanco y azul, lleno del céfiro incesante que, osado y vagabundo, entraba por debajo, dejando mis piernas desnudas. Tus ojos, abiertos como postigos, las miraban fijamente. Tu recuerdo ya pasó, ahora, vieja y caduca, no puedo ni recordarte, pues tu afeada figura se desdibuja al instante. Pero sé que te amé como a nadie en la vida, sabiendo de antemano que perdía la partida, pero el amor es eso, un beso y otro beso, y al final el olvido, cuando ya no recuerdas ni a quien has conocido. Aquí estoy, con la capacha al hombro llena de mis recuerdos, también desilusiones de amores dulces, tiernos, y olvidos yertos, fríos. Amor y odio se dan la mano; amor y odio, primos hermanos. Un día te vi pasar con un niño de la mano, no sé si sería tu hijo… ¡Es una imagen lejana fruto de ti y de mi hermana! Me dejaste por ella: a mí me pusiste cardos para cruzar por la senda; a ella, le bajaste una estrella. Yo te amé con locura y ella no te quería, ella ganó de repente y yo la di por perdida, pero no te preocupes, son cosas de la vida, que se empeña y se esfuerza en verte así, perdida, sin recordar apenas sueños, añoranzas o realidad. Algun día tú también pagarás todo ese sufrimiento que me has hecho pasar. ¡Hoy me he encontrado un suspiro, que lloraba en un rincón, solito y aborrecido por culpa de un mal amor! ¡Adiós, mi desaenamorado corazón!

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