Pirómanos

Vimos el sábado a mediodía nuestra iglesia abarrotada de «rocieros» en su misa de «precepto», inasequibles al desaliento, y perdónenme la expresión, tan tópica para algunos en momentos históricos pretéritos, fueran simples o compuestos. Pero es que lo mismo les da que la fiesta se celebre en abril o mayo, o que la pospongan a octubre… o noviembre, si fuera el caso. Tremendo. Faltó el desfile de coches de caballos, el noble bruto tan amigo del hombre como el perro, que eso no quita para que en la vida, una vez pueda morderte un perro y otra vez te tire un caballo al suelo.
El fin de semana en nuestra ciudad tuvo su aquel, con una temperatura deliciosa, septembrina, que adornó las playas de bañistas. Las terrazas, durante todo el día, se vieron llenas de gente tomando pinchos y chupitos y devorando menús. Una gozada. En nuestra parroquia, además, han comenzado los cursos de catequesis y la hoja de ruta se está cumpliendo y se cumplirá a rajatabla.
Sin embargo, ya anoche, lunes, me acosté extremadamente cansado… de escuchar noticias extravagantes y diremos que perturbadoras. Dirán mis lectores que cuento sólo lo malo y casi obsceno que pasa en el mundo, pero es que en el medio de comunicación por antonomasia que es la tele van a quedar nada más que los concursos y los documentales y, por supuesto, los deportes. Las películas y la actualidad con sus tertulias de analistas, soliviantan el ánimo hasta al hombre tranquilo.
Y he hablado de caída del caballo y, mira por dónde, precisamente este lunes, estábamos esperando los ingenuos que unos hombres que residen en Cataluña, o sea, catalanes de allí, fetén, se cayeran del caballo y no nos despreciaran tanto al resto de españoles, incluidos los de allí, como para independizarse de España. Como les diría un andaluz gracioso, que los hay a cientos (hasta alguno estaría en la misa rociera), «pero adónde nos lleváis, malajes, después de estar juntos la tira de siglos, que soy del Barcelona, por el que me parto la cara»…
Así que no hubo caídas. Como los dos cabecillas de la rebelión en curso y el comandante en jefe de los Mossos tenían cita en la Audiencia Nacional para declarar imputados por delitos gravísimos, una jueza se arremangó las puñetas y, aunque al policía lo dejó en libertad cogiéndole el pasaporte, a los otros dos, Cuixart y ¡Sánchez!, los envió a la cárcel de Soto del Real, donde conocerán a residentes ilustres. No estarán mucho tiempo, pero, ¿qué tenía que hacer esa mujer? Hoy está Barcelona en ebullición, claro, pues siguen considerándose agredidos por España portadores de su verdad, que, eso sí, han sabido cínicamente fabricarla.
Y también había otra cosa que esperábamos el lunes. Un huracán con insólito viaje por estos lugares del Atlántico Oriental, que rozaría las costas gallegas dejando lluvia, que hubiera venido muy bien en auxilio de toda la gente que está luchando contra un fuego de dimensiones estremecedoras. Pero no ha sido para tanto. Está el fuego en Galicia, Asturias, León, y Portugal otra vez. Desastre total. Pirómanos, dicen, cuyo fin y propósitos se desconocen. Desgraciadamente, los otros pirómanos de los que antes hablé, los catalanes, finos del «seny», ya lo creo que saben lo que hacen y para qué lo hacen.

JortizrochE

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