Juan Carlos García Sala
Vocal de Ejecutiva de Sueña Torrevieja
Muchas veces hemos visto por prensa o televisión, como en países (generalmente tercermundistas) donde por un golpe de estado o unas elecciones amañadas, aparece un personaje con aires de grandeza y mucha parafernalia, al que poco a podo se le va conociendo por sus decisiones, normalmente pintorescas y con poca o nula repercusión para la comunidad. Estas decisiones, a la par de inútiles son crispantes para la gran mayoría, ya que además de absurdas, suplen a otras medidas necesarias pero que la incompetencia del cargo, le impide obrar con la lógica esperada.
Decisiones que al fin y al cabo, parecen destinadas a desviar la atención de lo importante, a base de tocar la moral (por decirlo suavemente) y crear la polémica de turno, que suele durar hasta el siguiente disparate. En Torrevieja, la sabiduría popular, capaz de bautizar situaciones penosas con palabras capaces de rebajar la tensión, tenemos un palabro para describir estos dislates, y es «ocurrensia».
Pues bien, de un tiempo a esta parte, en nuestro bendito pueblo, las «ocurrensias» se vienen produciendo una tras otra, señal inequívoca de pérdida de rumbo. Desde «Ferias de mayo» en octubre (eso sí, legal y con todos los «papelicos» en regla) a bandos mecanografiados en paredes en pleno siglo XXI, de no querer casar los sábados (10 minutos y una firma, que «trabajaso») a no permitir una charanga en las fiestas populares (por citar las últimas). Lo malo es que nos estamos acostumbrando y ya casi no nos asombra, es más, estamos todos a la espera de la próxima «ocurrensia». Como dijo en su día el malogrado Jesús Gil, «que hablen de mí aunque sea mal». ¿Tendría razón?
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