Es mi deseo de corazón: Que tengáis una feliz Navidad y un maravilloso nuevo año 2018. Es lo menos que puedo desearos como ávidos lectores que, cada dos semanas, os zambullís en mis artículos tan criticados como leídos en este medio, EL PERIÓDICO DE TORREVIEJA, que me ha acogido como muestra agradable de libertad y respeto. A la dirección del mismo y a la propiedad le reitero idéntico deseo. Tal vez, este sería en un artículo normal, simplemente su final. Pero en estas señaladas fechas, merece la pena variar los cánones. Y romper una lanza por todos los torrevejenses que de corazón creen en su pueblo; aprecian las oportunidades que éste les ofrece; y están hartos de ver pasar las opciones que ya no volverán. Debe instalarse desde ya un sentimiento de optimismo en esta tierra. Hay que construir un relato con gente de espíritu joven, atrevida, innovadora y amante de su pueblo, que se levante por la mañana pensando en construir, abrir, dinamizar y promover en positivo por Torrevieja, y no como ahora, que estamos instalados en un desgobierno total creado para cerrar, fastidiar, eliminar, destruir o afear a la sociedad civil, para luego hacer política contra Eduardo Dolón, mientras nuestra ciudad y nuestros vecinos pierden siempre. Este sentimiento generalizado ya ha creado un movimiento. Y el año 2018 es clave. La creación de un sentimiento de proyecto en positivo girará en Torrevieja alrededor de Eduardo Dolón. El resto de partidos bastante tendrán con esconderse o reprocharse unos a otros el desastre del gobierno del odio. Y él tiene la máxima responsabilidad de gestionar ese cúmulo de ideas que le llevarán de nuevo a ser alcalde de Torrevieja, con el mandato de su pueblo de mejorar la vida de los que aquí vivimos en positivo. El escarmiento que estamos sufriendo con el pacto «anti-Eduardo» en esta ciudad es inolvidable. Lo que está ocurriendo con los 165 ancianos internos de la Residencia Pública, abandonados a su suerte, sin médicos residentes y recortados en enfermeras por el Gobierno autonómico socialista valenciano, con la complicidad obscena del «Ruinapartito» de Torrevieja, cuyo máximo esfuerzo institucional para estos mayores ha sido «escribir una carta a Valencia», certifica la importancia que supone para nuestra tierra que Eduardo Dolón lidere el cambio. Para los que me acusáis de hacerle la cama a Eduardo, tan sólo cuatro palabras: «En el dulsísimo nombre».
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