Buena semana ésta para releer y meditar entre los dos últimos domingos de Adviento. El tercero ya pasado, llamado «Gaudete» sin yo acordarme, -alegraos, regocijaos- porque ha de llegar enseguida el Niño Dios y será Navidad. Leemos a Isaías: «El Señor me ha enviado para predicar la buena nueva a los abatidos y sanar a los de quebrantado corazón». Y escucharemos igualmente el paisaje sublime del interrogatorio de Juan el Bautista, pariente de Jesús, despojándose de cualquier deseo de notoriedad ante fariseos y levitas. Rotundo, «No soy el Cristo», «No soy Elías», «No soy el profeta», «Soy la voz del que clama en el desierto y bautizo con agua». «El que viene detrás de mí y al que no soy digno de desatarle las sandalias bautizará en Espíritu», «Es necesario, pues, que él crezca y yo disminuya». Nunca la humildad ha llegado a ser de tanta categoría.
Y el próximo, cercano, pasado mañana, será el cuarto y último domingo de Adviento con su Nochebuena. Y en Samuel leeremos que el reino de David instaurado se mantendrá firme por siempre. Y comprenderemos que eso se hizo presente hace dos mil años, realizándose el misterio más apasionante de nuestro Credo. Nació el Mesías Hijo de Dios como definitiva Alianza de Dios con los hombres. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo y le pondrás por nombre Jesús. Eso le dijo el ángel Gabriel a María. Y ella, que no tenía su corazón y su cabeza para entenderlo, ateniéndose a sus circunstancias, al final lo acepta, porque «sería» cosa de Dios. Y al contestar «Hágase en mí según tu Palabra», se convirtió en Madre de la Iglesia y Madre de todos nosotros. ¡Qué semana entre dos domingos! Jesús viene a liberarnos de nuestras esclavitudes y dolencias y, aún más, viene a darnos la paz que necesitamos más que nada, paz que nos está dando desde hace dos mil años en todas las Eucaristías a que asistimos, y que es tan fácil recibir porque no se nos requiere otra cosa que la buena voluntad.
Y de la paz del mundo no hablaremos. Hay esfuerzos de muchos por conseguirlo, pero creo que los «malos» son más. El Papa Francisco no sabe a dónde dirigirse ni a quién llamar para parar la ola de tragedias humanitarias que nos asolan. Ha estado con los Rogingas esos; etnia musulmana que parece apestada y no la quieren en ninguna parte. Lo de ser errante ha de ser algo horrible. Y habla con Trump antes de que sigan los enfrentamientos en Jerusalén. Y Rusia que se sale de Siria porque aquello se acabó y han vuelto los combates media hora después. Y crisis de refugiados por el Este y el Sur, hasta cuándo…
Y aquí en España con nuestro plus. Esta buena semana que he definido yo, tendremos dos acontecimientos esperadísimos. Según nuestro sr. Rajoy, voy a empezarle a decirle otra vez remiso, el jueves con las elecciones gane quien gane y saliendo gobierno en Cataluña, se acabó la rabia. Que para eso él ha convocado esas elecciones. El 155 se retira, pelillos a la mar y en la ESO y en los Institutos seguirán en los libros de texto la manipulación y la mentira… Y, como no me apetece escribir sobre ese asunto, diré, eso sí, que nos tocará la lotería al día siguiente y seremos convenientemente reparados de las cosas que no nos salgan tan bien.
JortizrochE
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