De soberbias y privilegios

José Antonio Quesada Hurtado
Ex-Presidente de la Asociación Hijos de la Inmaculada

Atropello, desatino, falta de respeto, acabar con tradiciones, carencia de legitimidad, manejar a su antojo, sinrazón, cacicada, prepotencia, soberbia…, entre otros, son los calificativos que con los que un grupo de los que se hacen llamar “católicos” de Torrevieja, acusa a los miembros de la Asociación Hijos de la Inmaculada. Creo que necesito y debo escribir estas líneas por lo que considero una verdadera sinrazón y un abuso de la inteligencia de todos los ciudadanos de Torrevieja.
Estimados señores y señoras de ese grupo de católicos, me asombra que, a raíz de la decisión de una Junta Directiva de una asociación totalmente legal, repito, totalmente legal, se haya creado tal alboroto y se lancen tantos improperios, máxime, cuando todos hemos sido, somos y seremos (espero) amigos y compañeros en muchos proyectos y cosas en común.
La Asociación Hijos de la Inmaculada, se creó en el año 1981 para trabajar por y para fomentar la devoción a la Purísima. Y para ello, saben ustedes bien, señores y señoras de ese grupo de católicos, se realizan a lo largo del año todo tipo de actividades (en unos mandatos más que en otros), como puede ser: venta de lotería, restauraciones, venta de objetos devocionales, preparar procesiones, poner flores, quitar flores, pagar deudas, limpiar, sudar, subir, bajar, …, en definitiva, realizar todo lo que es necesario para que cuando lleguen los días relevantes y festivos, todo esté preparado para que todos los ciudadanos y ciudadanas de nuestra ciudad puedan vivir con intensidad esta hermosa devoción.
Y ustedes, señores y señoras del grupo de católicos, ¿se permiten afirmar que esta asociación no está legitimada para tomar una decisión como la que nos interesa? ¿Quién si no? ¿Ustedes, los del grupo católico? ¿La familia interesada? ¿El próximo que la familia designe a dedo con el privilegio de retirar la mantilla? ¿Con qué criterio? ¿El de la sangre? ¿Por la tradición familiar? ¿Y qué pinta en esa tradición familiar el pueblo de Torrevieja? ¿Por qué no puede cualquier ciudadano o ciudadana de Torrevieja optar, al menos optar, a ejercer ese honor? ¡Ah, es verdad, lo olvidaba! porque la que regaló la mantilla tiene el poder de decisión sobre un acto que es de todos y para vivirlo por todos. ¿Y ustedes, señores y señoras del grupo de católicos se atreven a hablar de soberbia?
Verdaderamente, ese comunicado tan “objetivo” que lanzan a la ciudadanía, no tiene desperdicio. Hablan de patrimonio, cuando parece que desconocen que los patrimonios tanto materiales como inmateriales se consideran tales cuando se disfrutan por y para todo el mundo y, en este caso, ustedes están aplicando ese concepto a un interés personal. No sé quiénes habrán sido sus asesores en este sentido. Ustedes sí quieren manejar a su antojo el patrimonio camuflados en una tradición interesada ¿A quién quieren engañar? Sean objetivos, señoras y señores católicos.
Santifican a una persona, como si en esta ciudad no hubiera nadie capacitado para ostentar el honor de retirar la mantilla a nuestra Patrona. Perdonen que les diga pero eso es un insulto al resto de los ciudadanos. Hay quien declara que se siente identificado en la figura del Sr. Bernardo, pero eso vuelve a ser un criterio subjetivo, me parece muy bien que personalmente lo sientan así, pero no lo utilicen como base argumental a su despropósito.
Bien es cierto que Bernardo es, y así lo considero personalmente, un ejemplo de hombre trabajador, amable, educado, en definitiva y como se suele decir, un buen hombre. Creo que nadie ha entrado a valorar si es un “tipo curioso” que suele ir en camiseta o en traje de chaqueta. Esas apreciaciones son muy retrógradas, ya no se llevan, es de épocas pasadas.
Están ustedes dando la impresión de no querer perder los privilegios de antaño, de otras épocas donde, desgraciadamente, regían los estamentos y las diferenciaciones sociales por aquello de la sangre y el abolengo, pero permítanme recordarles que ya en la Revolución Francesa se luchó contra todo eso.
Tal y como ha comunicado la Asociación Hijos de la Inmaculada, en ningún momento han intentado ustedes, señores y señoras del grupo de católicos, comunicarse con la directiva para mostrar su postura y llegar a un entendimiento, prefirieron lanzarse a la calle a pedir supuestas firmas para no sé exactamente que propósito (esto me recuerda a otras situaciones en las que también se pidieron firmas, deben ser cosas de la costumbre). Bueno, quizá sea porque en una asamblea de la Asociación Hijos de la Inmaculada muchos de ese grupo católico no tendrían ni voz ni voto, aunque algunos ya se están dando prisa en pagar cuotas atrasadas para ejercer ese derecho.
Vivimos en el siglo XXI, donde la exclusividad social y la distinción por sexo ya no se llevan. Comprendo que soltar el “caramelo” (y perdonen la expresión) les provoca pataleta, pero hagan el favor de que prime la verdadera sencillez, humildad y caridad de quien, de la forma que se estime, por supuesto no a criterio de sangre, sea el seleccionado para ejercer el honor y se pueda seguir con la Verdadera Tradición y Verdadero Patrimonio que es que Jesús resucita para todos. ¿Lo sabían ustedes? Pues celébrenlo.

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