Hay quien sabiamente dictamina que no es saludable escribir o hablar bien de los amigos. Es obvio que el fácil halago daña las células y además engorda la vanidad de vanidades. En esta ocasión, voy a librar una lanza guerrera en favor de una de las personas más activas, lúcidas, generosas, talentosas, y de una responsabilidad enorme, magistral diría yo. Y lo puedo escribir con mucho conocimiento de causa, y quien diga lo contrario es, primero, porque no lo conoce; segundo, porque le importa poco querer conocerlo; tercero, porque de conocerlo podría hacerle sombra en multitud de facetas de la vida, y por supuesto, de la política, de la cosa pública; cuarto, porque se deja, literalmente, los cuernos en sus dos tareas que tiene encomendadas: secretario del Grupo Municipal Socialista y Secretario de Organización de su partido, que ahí es nada. Naturalmente, le están creciendo los enemigos por todos lados; pero lo lamentable es que comienzan a salir en sus propias huestes. Las envidias son inevitables, y más por estos pagos. Pero al final del viaje, siempre caen los que han estado y están presos de sus palabras. Y para superarse, Rodolfo, que hasta donde sé, es mi amigo, está estudiando a trancas y barrancas una importante carrera universitaria: Sociología. Poderosos enemigos, con mucha falta de sentido común, van saliendo al paso, pero irán cayendo en el camino. Y si no, al tiempo. Probablemente nos estemos lamentando de que este buen chico no tenga una mayor responsabilidad municipal. Igual nos pudiera pasar con otra buena gente, una tal Ana, a la que no se le está dando cuartelillo. ¡¡¡¡¡¡¡¡Con la falta que hace contar con personal así!!!!!!!! En fin, que me lancen piedras, pero que estas dos personas brillen a la altura que se merecen. Y lo pido por Dios, yo que me considero agnóstico. Suerte para todos mis lectores y lectoras, que no son pocos.
A mí no me gusta más Rodolfo que el langostino de Pescanova.