Sobre las chapuzas del PP en Torrevieja

Julián Carcaño Pareja
Miembro de Los Verdes

«No sé cuándo sacaban tiempo para firmar los documentos; solo estaban entregados al latrocinio», afirma Wyoming después de decir que «Madrid ha estado 30 años gobernada por gente que sólo robaba».
Viendo las chapuzas y los despropósitos de su anómala gestión municipal, algo parecido debió ocurrir en Torrevieja durante los 27 años en los que gobernó el PP.
Que las imágenes y los tronos no quepan en el montacargas del edificio del nuevo Museo de la Semana Santa -que costó 6 millones de euros- es el penúltimo de los desatinos del régimen pepero. En este caso, la cosa no es tan grave: se desmontan y listo.
Pero hay “hechas” del PP mucho más graves e irremediables que han costado y siguen costando millones de euros al municipio. Recordemos algunas de ellas.
La Plasa, construida por un delincuente urbanístico amigo del PP, con un grave problema de legalidad desde su apertura, marcó el declive del centro urbano de Torrevieja.
El original velero Pascual Flores, traído del Reino Unido a lomos de un carguero, fue tirado a un vertedero e hicieron una réplica millonaria que no es apta para la navegación.
Auditorio Conservatorio Internacional de Música de Torrevieja: el PP se gastó 53 millones de euros -19 millones más de lo que dijeron que iba a costar-, lo inauguró a toda prisa el 25 de marzo de 2011 por motivos electoralistas y luego lo dejó cerrado. Los ascensores del edificio principal no disponen de capacidad suficiente para poder cargar con instrumentos grandes, como piano o timbales, y el techo de la sala de ballet carece de la altura adecuada para poder realizar ejercicios verticales.
El Parque de Relajación o Balneario de lodos se empezó a construir sin permiso en el entorno protegido de las Salinas. Tuvieron que abandonar el proyecto después de gastarse 1,5 millones de euros en la construcción del “supositorio” del arquitecto Toyo Ito, que se incendió siendo alcalde Eduardo Dolón.
Se cargaron el Nuevo Cinema con unas obras de rehabilitación para hacer en su lugar el Teatro Municipal, que estuvo funcionando de forma ilegal durante nueve años. A los seis años de su inauguración, el gobierno local del PP pagó a Acciona un sobrecoste de 4,5 millones de euros al margen de los procedimientos de contratación y sin que el importe de esas obras quedase acreditado previamente por ningún técnico municipal. El teatro aún carece del certificado de fin de obra porque el arquitecto se niega a firmarlo.
Los adoquines de las calles aledañas a la Plaza de Oriente se empezaron a hundir al poco de inaugurarse las obras, sin que el Ayuntamiento del PP pudiera reclamar a la empresa el aval para subsanar las deficiencias por un error formal en el juzgado.
El PP trajo a Sedesa, la empresa familiar de los Cotino ligada a la Gürtel y a la financiación ilegal del PP, para que hiciera la remodelación de la calle de Caballero de Rodas a cambio de 3,5 millones. A los dos años de su inauguración, el ayuntamiento retiró los 16.000 adoquines de cuarcita y procedió a reasfaltar la calzada.
Otros despropósitos del PP fueron el Mirador del Alto de la Casilla, que el PP abandonó cuando ya se estaba realizando y que costó más de dos millones de euros, o la llamada residencia de discapacitados, una obra que el gobierno local del PP realizó sin ser la administración competente en la materia y que abandonó sin terminar después de asegurar que entraría en funcionamiento en el año 2011.
El actual ayuntamiento se ha visto obligado a pagar millones de euros por sentencias provenientes de malas gestiones de los anteriores gobiernos del PP: servicio grúas, indemnizaciones por expropiaciones mal realizadas, etc.
Es muy difícil hacer las cosas tan mal como las hizo el PP en Torrevieja. Tal vez sus negligencias en la gestión se debieran a que buscaban favorecer a determinadas empresas amigas o a que los propios gobernantes estaban enfrascados en sus propios negocios, como es el caso de Joaquín Albaladejo, que realizaba tres actividades privadas incompatibles con la dedicación exclusiva como concejal, o del “industrial” Hernández Mateo, enfrascado en sus negocios de compraventa de fincas o en amaños como el del contrato de las basuras. Son los grandes figuras de las chapuzas y mucho más.

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