La espectacularidad de las Reinas del Carnaval abrió el mes de febrero en Torrevieja, un mes que estará marcado por desfiles, chirigotas, bailes, fantasía y color. También comenzamos el mes con dos estupendas noticias: la firma del acta de replanteo de las obras del paseo de Punta Margalla -lo que significa el inicio de la esperada remodelación-, y la recepción del edificio anexo al Ayuntamiento, donde se espera que pronto puedan empezar a prestar servicio numerosas oficinas municipales que hasta la fecha están funcionando en locales alquilados. Sin embargo, la violencia, una vez más, se empeña en imponerse en la actualidad; y, esta quincena en concreto, en la actualidad local. Es una violencia que está ahí, donde -lamentablemente- siempre ha estado, que nos golpea, y que ningún otro titular nos puede hacer olvidar. Una mujer más, esta vez en Torrevieja, ha sido víctima de una brutal paliza a manos de su pareja, una persona en la que ella depositó su confianza, y que abusó de su superioridad física con un ensañamiento que horroriza. Ahora, unos lo llaman violencia machista, otros lo llaman violencia doméstica; pero, a fin de cuentas, violencia, procedente de quien menos debería proceder. Y lo que procede, en derecho, es proteger a la parte más débil, la que lleva las de perder, la que pone la mayoría de los muertos. Igual que se protege a un niño, igual que se protege a un anciano, igual que se protege a un dependiente. Y es nuestro deber como sociedad educar para eliminar la violencia, fomentando las relaciones basadas en el respeto, en lugar de actitudes dominantes y posesivas que deberían haber quedado ya relegadas al pasado. Sólo cuando cambiemos la mentalidad podrá salir un rayo de esperanza para acabar con una lacra que demasiadas víctimas acumula ya.
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