Dejamos ya atrás la alegría del Carnaval y entramos en el tiempo de Cuaresma según el calendario litúrgico cristiano. Es tiempo de introspección, de análisis de nuestra forma de actuar y, finalmente, de contricción y penitencia. O, al menos, ésa es la teoría. El mismo proceso, también en teoría, deberían estar viviendo nuestros políticos de cara a las múltiples citas electorales que se nos avecinan (y que más bien se nos echan encima, según los últimos anuncios). Hace ya bastantes años, quizá podríamos decir que tras el estallido de la gran burbuja inmobiliaria, y desde que todo parece ir «de capa caída», las elecciones se pierden, no se ganan. El ciudadano de a pie suele dar un voto «de castigo», votando al rival de quien consideran que no obró bien, en lugar de dar un voto a una opción que les ilusione. De este modo, en estos días de precampaña electoral, se trata de achacar más «pecados» al partido contrario que de presentar iniciativas que entusiasmen a la ciudadanía. Así, vemos acusaciones cruzadas, cada vez más crudas, para ver si el votante castiga más las «faltas» del actual equipo de Gobierno, o si no se olvida de las que cometieron los anteriores a ellos. Sin embargo, todo esto no hace más que poner de manifiesto lo evidente: que, a la hora de la verdad, el margen de maniobra de los políticos locales para resolver los problemas cotidianos es más bien escaso. Ya no es sólo la falta de competencias (temas tan importantes como la gestión de la sanidad, la educación, el transporte escolar, el puerto o las carreteras que nos unen con las urbanizaciones dependen de otras administraciones), sino que las últimas normativas estatales sobre el control de gasto o la contratación de personal restringen aún más el poder municipal. Con todo, no estaría de más que, en lugar de cargar losas sobre el oponente hasta el punto de desilusionar al votante, los partidos nos presentaran los proyectos que, dentro de sus limitaciones, tengan capacidad de llevar a cabo, que todavía pueden ser muy numerosos y de gran envergadura. Y, en caso de que así sea, todos ellos los podrán leer en estas páginas, con total seguridad.
Si,la contruccion de una sociedad mejor,se para,cuando sus directores politicos no tienen planes para ganar la aprobacion de los ciudadanos,sino que ganan la aprobacion denigrando
Quiza a los ciudadanos no les convenga esta politica y exija una forma democratica decidan una option de voto al margen como el voto transparente que solo indicaria un desacuerdo con la oferta