Delito de silencio

Leyendo a un humanista en vida, que he querido recoger esta pequeña lanza y utilizarla como titular de este escrito. Y creo saber de qué escribo. Todos, o una inmensa mayoría, nos hemos ido callando conforme iban pasando los días, durante unos treinta años aproximadamente. Nos hemos callado cientos, miles de cosas que han ido sucediendo incomprensiblemente en nuestro entorno, en nuestra vida cotidiana. Hemos mantenido información sesgada, partidista, soterrada, difuminada, dirigida… e incluso embrutecida, cometiendo con todo ello un posible delito de silencio. Todos hemos contribuido, cada uno en su justa medida. Y no nos hemos parado a reflexionar sobre lo que nos ha ocurrido para llegar a este punto: a nuestra ciudad le falta alma; es más, hemos ido perdiendo nuestras modestas señas de identidad. Y ha sido evidente que el dinero, entrando a espuertas a través del PGOU, no ha mejorada nada la calidad de vida de la ciudad y del conjunto de sus ciudadanos. Compramos barcos, construimos nuevo y modernísimo Teatro, asfaltamos calles con empedrado carísimo, construimos «catedrales», abarrotamos los paseos de terrazas, descuidamos los parques y los jardines, malgastamos el dinero a espuertas con fiestas y jaranas que ni nos van ni nos vienen, tiramos de talonario para un Certamen al que le cuesta soltar el lastre del pasado, permitimos grandes superficies comerciales que desnudan a nuestro pequeño y mediano comercio, permitimos (una vez más) que caiga en depresión toda la zona portuaria por no saber, o no poder, o no querer que confluyan los intereses de todos los sectores y no sólo de la especulación a ciegas, queremos construir por cojones en zona protegida un balneario de lodos (brillante idea de futuro si se logra converger en una idea y proyecto común, de todos) malgastando un dineral, permitimos que nuestro Hospital esté en manos de multinacionales… Y hasta el infinito y más allá. Y ya no digo nada de los intereses bastardos que subyacen en nuestras ¿modestas? tradiciones civiles o eclesiásticas. En fin, un verdadero dislate. Para corregir todo esto, queda poco tiempo, y tal vez haya que echar de una vez por todas mano al pacto entre todos los gobernantes para coger esta ciudad y darle la vuelta en lo posible. Sigo confiando en que nos gobernarán gentes dispuestas a la reflexión por el bien común, por el bienestar de la comunidad torrevejense. De ser así, Dios les bendiga. Que tengan una buena quincena, amables lectores.

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