Gota fría, cambio climático y destrucción

Terrible, estremecedor y doloroso es lo que nos ha pasado con esta anunciada gota fría, bautizada dana -como hacen los americanos- y es un trozo del huracán Dorian, cuyas tremendas consecuencias, nunca conocidas hasta ahora en nuestra tierra, han superado los pronóticos, pues ha sido extremadamente destructiva desde todos los ámbitos, pues ha abarcado diferentes provincias. Y, sin respiro, ha hecho lo mismo en casi toda España; arrasando con su descomunal fuerza de naturaleza incontrolable. Todo ha sucumbido a su paso, con su furia desatada, destruyendo ciudades, pueblos, medios de vida y víctimas mortales, desde seres humanos, animales, cosechas, infraestructuras de toda clase, etc., etc. El martes 10 de septiembre de 2019 quedará en la historia como una fatal fecha de destrucción y muertes, tras este atípico verano con su abrasador calor por el cambio climático cierto, que según el histriónico, inhumano e impresentable de Trump y sus cínicas mentiras, son unos más de los que asolan Norteamérica. Mientras, huracanes, lluvias torrenciales, terremotos, volcanes, pérdidas de glaciares de continuo, incendios por todo el mundo de los bosques, entre ellos la Amazonía, con sus territorios indígenas, su fauna y flora, la deforestación continua de los que quedan, por los corruptos gobiernos y las grandes compañías madereras, las petroleras y sus macronegocios y la superexplotación de la tierra y sus riquezas de minerales de toda clase, con sus ambiciones criminales, que son causantes de estas devastaciones imparables, de estas catástrofes climatológicas.
En un documental hecho en Nueva Guinea, el jefe de una tribu indígena presentaba su pueblo y la destrucción del mismo que llevan a cabo las compañías madereras talando árboles milenarios de maderas preciosas de incalculable valor ecológico y ambiental. Y uno de los que denuncian esta criminal barbarie, ante un gran tronco milenario de un superárbol cortado, abrió los brazos sobre él y no pudo alcanzar la mitad de la longitud de su medida -era un coloso hermosísimo-. Y el hombre, que estaba concienciado con todo lo que está pasando con los bosques, los hábitats indígenas y sus tierras, lo mismo que en todo el mundo esquilmado, parecía, sobre el árbol, insignificante, súper pequeño, aunque tenía buena talla.
En este interesante y denunciador documental, este jefe indígena fue con ecologistas y activistas de derechos humanos, que luchan por salvar el planeta Tierra de su irrefrenable destrucción, a verse con los mandatarios europeos. Medio desnudo, con su traje y atributos, y en la cabeza en forma de corona un hermoso multicolor adorno que lo definía como el jefe de la tribu, ante los representantes de Naciones Unidas, leyó una carta de denuncia con lo que está pasando en Nueva Guinea e hizo un discurso pidiéndoles que intervinieran para salvar no sólo a su nación, su tribu, sino a toda la Tierra, y a continuación les entregó el documental y el adorno que coronaba su cabeza, al que pusieron en un pedestal del escenario, como símbolo de su lucha por su tierra y las demás tierras. Tras la ceremonia, junto a él, un grande del cine americano que lidera el movimiento defensor de nuestro planeta Tierra con ardor y entrega Robert Redford, se fundió en un fuerte abrazo con él, apoyándolo, y los mandatarios europeos de la ONU, aplaudiéndole, se ofrecieron a actuar. Pero del dicho al hecho… También la ilusa inteligencia. La ciencia, la inventiva y sus tecnologías, invadiendo el universo e intentando colonizarlo, como la Tierra. Toda esa locura, junta con lo demás, es el resultado de todo ello, y la naturaleza, Tierra y universo, iracundos, se pronuncian por lo que la necia y destructiva ambición de estos seres humanos les está haciendo, pues creen ser dioses. Y una voz joven, una activista sueca, Greta Thvnberg, que lidera una juventud en lucha, grita: «¡Salvemos nuestro planeta Tierra!».

Josefina García

1 comentario

  1. Josefina García, tu escrito muestra una tremenda ignorancia sobre el fenómeno del cambio climático. He sentido vergüenza ajena al leerlo.

    Por cierto, DANA no es el nombre propio que se le puso a la gota fría, «como hacen los americanos». Es el acrónimo de Depresión Aislada en Niveles Altos, que es como se llama últimamente a las gotas frías.

    Qué paciencia!!!!

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