Rodolfo Carmona
Concejal socialista en el Ayuntamiento de Torrevieja
Hay viajes que anticipan las dificultades antes de comenzar la singladura. Viajes en los que se tiene más que perder que ganar. Viajes en los que las peripecias de Ulises, Penélope, Telémaco o Laertes se quedan cortas ante los lances que asegura la propia travesía que se emprende. Viajes que quien los acomete por decisión propia, cuando otros dudan, deja claro que quien da el paso al frente y se sube a la cubierta es la persona adecuada para pilotar esta nave.
La semana pasada se conoció la composición de la gestora que se hará cargo de la agrupación socialista de Torrevieja, junto con Orihuela, la más importante en términos de número de militantes de la comarca de la Vega Baja. Una agrupación con un historial de disensiones internas que suma décadas, dedicada a dividirse en familias internas para perder tiempo y energías en fagocitarse entre ellas. Y que en los últimos meses ha protagonizado incidentes, acuerdos que se cierran a las diez y a las diez y cinco se echan para atrás, pactos secretos en la trastienda de un congreso, amagos de transfuguismo, amenazas de o yo o me voy, intentos de mociones de censura, dimisiones, declaraciones altisonantes, ataques públicos a compañeros y cargos orgánicos, y una gran dosis de egoísmo político por parte de todos y todas. Como vemos, los peligros acechan en el mar ,y arrecifes y farallones jalonan la costa obligando a una navegación de cabotaje incómoda. No debemos ocultarlo. La tarea merece respeto, verdad y honor.
El secretario de organización del PSPV, José Muñoz, ha dado ese paso que comentaba al principio, y se ha situado al frente de la gestora bien acompañado por Francis Rubio y Mamen San Juan. Esos tres nombres son para mí y para cualquier persona con sentido común una garantía de que el barco llegará a buen puerto. Ítaca espera.
Para no cerrar las heridas en falso es necesario no olvidar el pasado, pero tan importante como eso es no dejar que el pasado dibuje el presente y condicione el futuro. Esto es lo que ha venido pasando a lo largo del tiempo y nos ha traído a la actual situación. Los antiguos cíclopes y lestrigones se han disfrazado en forma de viejos aliados que se enzarzan en una batalla de egos, viejos enemigos que aprovechan la ocasión para jurarse amor eterno mientras dure la tarea de matar políticamente al que era aliado hasta la mañana de hoy. House of Cards en versión salinera. Quisiera equivocarme, pero alguno quiere seguir jugando al juego de la división para alcanzar lo que ambiciona al coste que haga falta, incluso seguir vestido con piel de cordero y que tiene su mérito con la que está cayendo.
Los versos de Cavafis resuenan en esta tarde noche. Y lo hacen en contraposición de otras palabras huecas y, sobre todo, egoístas e injustas de cuyo contenido no quiero acordarme, escritas desde y para la ruptura de consensos, pero que ustedes conocen. O cuanto menos intuyen. Y no puedo callarme. Y no voy a callarme ante tamaña injusticia.
Qué fácil es echar la culpa a otros de lo que no supimos ni tuvimos valor de arreglar nosotros. Sólo aquí radica la culpa. Una culpa repartida en porcentajes no iguales, pero repartida. Nunca me ha gustado echar balones fuera de lo que está en mi ámbito de actuación. No hay culpables externos de lo que ha sucedido y sucede en nuestra agrupación. Nosotros, los de aquí, debemos asumir nuestra parte de culpa. Y este nosotros, no es un nosotros contrapuesto a un ellos.
Y vuelvo a Cavafis y a su poema, uno de los más bellos poemas jamás escritos. El poema nos recuerda que la mayoría de las veces son nuestros demonios interiores los que nos alejan del anhelo de alcanzar lo que deseamos. Ahí radica su grandeza y su enseñanza. Una grandeza y una enseñanza de la que deberíamos tomar buena nota. Aparte de que estos versos nos hablan del goce del camino en que el misterio de vivir está en lo que somos o seamos capaces de aprender en el recorrido hacia el destino elegido.
Otros tienen opiniones distintas a las mías en lo referente al nombramiento de la gestora por parte del PSPV y las han publicado en los medios. Esta es mi opinión, la mía. La que firmo y sostengo. Que cada cual aguante la vela de sus opiniones.
Compañeras, compañeros, Ítaca nos espera.
Compañeras, compañeros, la hecatombe nos espera de la mano de un comunista resentido, secundado en la presidencia por el peor político encaramado al poder desde Fernando VII.
Y el PSOE no tiene nada que decir porque no existe; y Rodolfito tampoco.