Fue un Viernes Santo con una liturgia austera; no de luto, sino de llanto esperanzado. El Templo Arciprestal de la Inmaculada, vivió la Solemne Eucaristía en recuerdo de la “Pasión y Muerte de Jesús”, oficiada por el párroco, Manuel Martínez Rocamora, con la liturgia propia del día. Es sus lecturas se recordó el cruento castigo y muerte del Señor. En el Evangelio del Día, según San Juan, narró las vicisitudes que se dieron al ir a orar al Huerto de Getsemaní y ser traicionado por Judas.
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