Hospital

Tengo ante mí la espantosa cuartilla en blanco a rellenar. Pero hoy me van a permitir mis amables lectores/as que escriba en primera persona de una experiencia dual, preocupante y grata a la vez. Perdón y gracias anticipadas.
Anteanoche, sobre las diez, y antes de ponerme a cenar, pensé receloso en una opresión acusada en el pecho y devenida ya más tiempo del normal. ¿Tendré elevada la tensión? ¿Será mejor una pastilla que el hervido? Me la tomo y… 187-7. ¡Toma castañas!
Me tiene enseñada mi doctora a solventar el problema cuando me suba de 165 en período de normalidad, sin pandemia ni estados de alarma como ahora que hace al que manda tomarnos como siervos obedientes y chito. Pero el dolor me hace llamar al 112 preceptivo y, ¡pam!, a los quince minutos, ambulancia en la puerta. Subieron a la vivienda dos «chicarrones del norte», como antes se decía, y uno de ellos me dijo que me preparara para ir a nuestro Hospital Universitario. Mi mujer, que esperaran un poco que medio se arreglara… «Señora, Vd. debe quedarse aquí tranquila, pues no le van a dejar entrar. Su marido llevará el móvil y ya verá cómo la llamará cuanto antes pueda, que será pronto». Así fue. La ambulancia no tardó ni diez minutos y al llegar ya tenía un celador la silla con la que me entró inmediatamente a la planta de urgencias. Me toman la tensión en la salita de ingresos y me dicen que tengo más de 200, deprisa a los boxes y en un santiamén me veo tendido y desnudo de cintura para arriba contando las lamparitas en el techo, que son catorce. Señor, que tenga buena noche, como día he tenido hasta llegar aquí, le digo al Señor. En el magín mi dolor en el pecho. Dos enfermeras diligentes una por cada lado. La de la tensión y el aparato al que estuve enchufado todo el tiempo y que dio la primera vez ¡235!, y la otra que me dio el pinchazo para ponerme el enchufito ese que no sé como se llama pero que sirve para que entre al cuerpo el medicamento o «veneno» que nos cura. Adoración y Sara. Fenómenos en el hacer y en la compañía, que también es importante. Me contestaban a todo como si estuviéramos en una terraza de las que ahora tanto se nombran tomándonos una cerveza. Y la doctora Verónica Schuerer, ¿alemana que hablaba en perfecto castellano? Atenta, simpática y agradecida por la información que le di de mis síntomas. Hora y media durante la cual me fui notando la paulatina desaparición del dichoso dolor. Alta que me trajo sobre las 0:15 h. Con cumplidos mutuos que menos mal no estaban presentes, un suponer, las dirigentes políticas Montero y Belarra que nos hubieran motejado de machistas inversos. Y la tercera enfermera que me ayudó a vestirme del todo hasta abrochando botones al verme tan torpe. Me dijo su nombre pero, ¡mecachis!, no me acuerdo. El viaje de vuelta, diez minutos. A nuestro Hospital, un diez de eficiencia, obligado decirlo. Y me pregunto por qué lo que funciona se quiere cambiar.
No tengo espacio para comentar la carta abierta a Pedro Sánchez que le escribe Joaquín Leguina en la tercera de ABC ni las recomendaciones de Felipe González y otros destacados militantes al presidente, que lleva jugando con fuego mucho tiempo en el puente de mando de la Nación que es España. Demasiada connivencia con separatistas y antisistema encima de la navaja… y de la Constitución, claro.

JortizrochE

2 comentarios

  1. Amigo Ortiz Roche, tengo entendido que la tensión debe ser cuanto más baja mejor (siempre que no te vayas cayendo por las esquinas). Que sea la última vez que escribes «mis amables lectores/as»; no mientras en castellano exista el masculino genérico. No te incluyas en el club de los tontos porque eres un tipo inteligente y capaz.
    Mejórate.

  2. Me alegro que al autor del artículo de opinión le atendieran tan bien en el Hospital, aunque utilizando la frase » Y me pregunto por qué lo que funciona se quiere cambiar.» denota el sentido político de su escrito.
    Anécdota personal mía, supongo que no será lo normal, pero hablando con mi médica hace unos días, no más de una semana, le sugiero que me vea un especialista y me dice que en caso de que le aprueben la solicitud, habría una espera de unos cinco meses.
    Creo que algo no funciona y sí hay que tocarlo. Eso no es sanidad excelente, creo yo.

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