Hoy en día, oímos decir en los medios de comunicación que personajes de la vida pública se han separado de sus esposas, después de tener varios hijos con ellas, manifestando que el amor que sentían ha dejado de existir, que están juntos como amigos, pero no como marido y mujer, resultando que él se ha enamorado de nuevo de otra señorita mucho más joven y moderna que su esposa.
Hay también matrimonios que, por tener unidos a sus hijos, no se separan oficialmente, pero cada uno vive su vida lo más alegremente posible. También vemos en la televisión esos programas que están basados en la tentación de unas jóvenes hacia las parejas de otras o viceversa, o sea, que los mismos medios provocan la ruptura de las parejas para crear el ambiente que le gusta a un sector de la población, pues si oímos los índices de audiencia, resulta que un programa de ese tipo ha llegado a millón y medio o dos millones de personas, de las que, posiblemente, su cultura no sea acorde con situaciones mejores y ambientes normales.
Por otro lado, tenemos el otro aspecto más lamentable y crudo, pues nos podemos preguntar: ¿Por qué matan? ¿Por qué se suicidan después de matar? Ahí no existe ningún tipo de «amor», existe la posesión en propiedad de un ser humano, al que maltrato sistemáticamente y hago con él lo que quiero y me sale en gana, y una pequeña contradicción que cambie dicho ambiente, ya te da derecho a matar a tu mujer y a tus hijos como venganza del odio que llevabas dentro de tu cuerpo.
La administración, con tener una Ley de Género, parece que lo tiene todo resulto, pero esa Ley ha sido y es un gran fracaso, pues se sigue matando igualmente, sin tener en cuenta que un cuerpo es sagrado.
Hoy en día, los matrimonios por la Iglesia han bajado tan sensiblemente que apenas hay una o dos bodas al mes, mientras que el resto prefieren contraer esa otra clase de matrimonio en la que se hace un contrato para vivir juntos, el cual puede rechazarse o romperse en cualquier momento. En nuestro país, se han disparado tanto los divorcios que creo que es la única cosa en la que les ganamos a los demás países europeos.
Cuando el amor entre dos personas no es firme o no es amor, solamente es atracción física, tiene un enemigo muy poderoso que se llama «la rutina». En cuanto una pareja cae en ella, ya no se pueden aguantar y cada uno busca el tener contactos con otras personas que le atraigan, por lo que se producen la infidelidad, los disgustos y las separaciones, pero, ¿saben ustedes quiénes sufren con ellas? Los niños. Cuando existen niños en el matrimonio y viene una separación, ellos son los que más sufren y peor lo pasan, pues después se preguntan por qué su mamá se acuesta con un hombre que no es su papá.
En la Biblia, tenemos ejemplos de todos los casos, pero los mejores son aquellos que reflejan un amor verdadero e incondicional, por ejemplo: El Profeta Oseas, en el siglo VIII antes de Cristo, se enamoró de una prostituta y se casó y la recogió en su casa donde vivieron hasta su muerte. Los estudiosos del Antiguo Testamento, como pueden ser los judíos, califican este hecho como el matrimonio de Dios con su pueblo de Israel, que, a pesar de ser pecador y desobediente al padre, Éste les sigue queriendo.
Jesucristo, cuando los fariseos, para probarlo y provocarlo, le preguntan el por qué Moisés autorizó el repudio de la mujer; Jesús les contestó: «Por vuestra dura cerviz, pero eso no es lo que mandó El Padre al inicio de los tiempos». Los fariseos siguieron insistiendo y le preguntaron que Él qué decía al respecto y contestó: «El hombre y la mujer dejarán a su padre y a su madre y se unirán en matrimonio formando una sola carne, ya no son dos, sino una sola carne y, lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre».
Hoy en día, muchos le han dado la espalda a Dios y otros no quieren saber nada de Él, por eso nos va como nos va. Ya son once millones las personas las que están en exclusión social en nuestro país, por eso Jesucristo tiene que pasar a ser el centro de nuestra vida. Donde hay perdón existe el amor y la auténtica libertad, como Él dijo: «En aquellos días, después de esa gran angustia, el sol se hará tinieblas, la luna no dará su resplandor, las estrellas caerán del cielo, los astros se tambalearán. Entonces verán venir al Hijo del hombre sobre las nubes con gran poder y majestad; enviará a los ángeles para reunir a sus elegidos de los cuatro vientos, de horizonte a horizonte. Aprended de esta parábola de la higuera: Cuando las ramas se ponen tiernas y brotan las yemas, deducís que el verano está cerca; pues cuando veáis vosotros suceder esto, sabed que él está cerca, a la puerta. Os aseguro que no pasará esta generación antes que todo se cumpla. El cielo y la tierra pasarán, mis palabras no pasarán, aunque el día y la hora nadie lo sabe, ni los ángeles del cielo ni el Hijo, sólo el Padre».
Yo me casé con 27 años y mi mujer tenía 24, le di muchas vueltas al asunto hasta que me di cuenta de que no podría vivir sin ella. Llevamos 51 años de matrimonio, tenemos tres hijos y cinco nietos y cada día sigo diciendo: «Señor, ¿qué haría yo si te la llevas?». Y seguimos queriéndonos incluso más que al principio.
Este es el verdadero amor.
Carlos García
«En nuestro país, se han disparado tanto los divorcios que creo que es la única cosa en la que les ganamos a los demás países europeos».
Y en el aborto, contra el cual le animo a escribir. Felicidades por su texto.