La épica de la normalidad

Rodolfo Carmona
Concejal socialista Ayuntamiento deTorrevieja

En estos tiempos de volatilidad y nebulosidades varias, donde lo que prima es el exabrupto, es decir, «la salida de tono, como dicho o ademán inconveniente e inesperado, manifestado con viveza» y el zasca permanente, no es de extrañar entonces, que lo excepcional en política, lo salvajemente revolucionario, sea utilizar el sentido común, la voluntad de entenderse, el saber leer las situaciones que van surgiendo y actuar desde el sosiego, desde la altura de miras, desde el punto de partida de ceder todos para ganar todos. Pero aquí no cede ni el Tato.

El espectáculo al que estamos asistiendo estos días en el Partido Popular, donde se está llevando la praxis política hacia el vodevil grotesco y la tragicomedia de Barrio Sésamo con tintes de novela de Mario Puzo, ilustra muy bien el asunto. Ayuso perseguida por Casado y García Egea. García Egea y Casado sobrepasados por Ayuso. La lucha del poder en su más descarnada expresión. La fontanería política en su lado más pop, más sonrojante, más Mr. Bean. Entre pillos anda el juego. Pero ya saben la expresión napoleónica: si tu adversario se equivoca, no lo distraigas.

Me he permitido hacer ligeros cambios en la expresión, más que nada porque en política y en la vida, la palabra <<enemigo>> no me gusta en absoluto. Aunque esta expresión, adjudicada a Napoleón, tiene más recorrido que el evidente. Y no sería otro que cuando a tu adversario veas equivocarse, no empieces a cometer los mismos errores.

Estos días, tras los resultados de las elecciones autonómicas de Castilla y León, me han venido rondando por la cabeza varios asuntos. Creo que la política y la vida son, esencialmente, momentos, saber entender lo qué está pasando y actuar con rapidez. Uno no debe ensimismarse, no debe mirarse el ombligo, no debe contemplarse en el río de las redes sociales como un vulgar Narciso siempre encantado de haberse conocido. Son tiempos de algo más, el evidente ascenso de Vox así nos lo exige.

Mi partido, PSOE, anda inmerso en los procesos congresuales. Hemos pasado ya el congreso federal, el de país y el provincial. Los dos primeros con listas de consenso e integración, en donde el partido en su conjunto salió reforzado y con energías renovadas. En el congreso provincial terminamos por no interpretar muy bien la partitura propuesta por Pedro Sánchez y Ximo Puig en sus respectivos congresos. Restan los congresos comarcales y locales.

He tenido el honor de haber sido elegido junto con otros compañeros y compañeras como miembro del comité organizador del congreso comarcal de la Vega Baja. Como tal he mantenido una posición de neutralidad y de, no de promotor, pero sí de no entorpecedor, de un posible acuerdo de lista única entre los candidatos. Pero entre lo ideal, lo posible y lo definitivo hay un trecho, no siempre fácil de transitar. Y la política de fontanería de García Egea no es ajena a otros territorios y está claro que negociar no es tratar de ganar las batallas ofreciendo como única alternativa la derrota previa del oponente.

Estoy convencido de que la Vega Baja tendrá una posición central en las próximas elecciones. Fundamentalmente en las autonómicas y en las locales, donde debemos convertirnos en el muro de contención a la ultraderecha. Desde ese punto de partida, lo que acontezca en el congreso comarcal de los socialistas de la Vega Baja, puede marcar para mal o para bien las expectativas electorales del conjunto del partido en la Generalitat y en la Diputación provincial. No es poca cosa lo que digo.

La responsabilidad es grande. Y debemos estar a la altura de esa responsabilidad. Desvanecida, ojalá no del todo, la posibilidad de lista única, habremos de ir a votaciones. Sólo pediría a unos y a otros, altura de miras, voluntad real de integración, saber perder, saber ganar. Buscar ese territorio común donde todos caben, todos suman y el partido en su conjunto gana.

Eso, tan escaso y tan necesario, que llamo: la épica de la normalidad.

4 comentarios

  1. » donde debemos convertirnos en el muro de contención a la ultraderecha».

    Y piensan conseguirlo pactando legislatura, presupuestos y lo que sea con los ultraizquierdistas de Podemos (con los que nunca pactarían, pues no podrían dormir), los comunistas venezolanos, los separatistas de toda índole, los herederos de la ETA, etc, e incorporando a la gobernación a los enemigos de la Constitución y de la unidad y continuidad de España. Supongo que como buen socialista adoctrinado usted está en contra de Vox por tres motivos: primero, ellos están en contra de la Ley de Violencia de Género y por tanto en contra de la igualdad; segundo, están en contra de Europa y, tercero, están en contra de la Constitución porque en la Constitución están las autonomías.
    Tres observaciones someras que hasta usted podrá entender:
    La Ley de Violencia de Género condena al doble por el mismo motivo al varón que a la mujer, por tanto estar en contra de la misma no es estar en contra de la igualdad sino a favor.
    Segundo, se puede estar dentro de la Constitución y en contra de las autonomías con tal que se pretenda reformar el título autonómico por las mayorías exigidas en el texto constitucional. No como la Batet que es separatista de un pretendido e inexistente derecho a decidir, que, por supuesto, rompe la Constitución.
    Y que decir de Europa si Europa la creamos nosotros: el líder europeo indiscutible de toda la historia fue el emperador Carlos de España y Alemania. O sea que lecciones europeas las justas. Europa está muy bien, pero lo primero es España.

    «Eso, tan escaso y tan necesario, que llamo: la épica de la normalidad».
    ¿Le parece normal o épico (o ético) aliarse un supuesto partido nacional español con todos los enemigos de España?

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