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El pasado viernes, 8 de diciembre, se celebró el día grande de las fiestas patronales de Torrevieja con la procesión de la Purísima, patrona de la ciudad. La imagen de la Inmaculada lució por primera vez en procesión la Cruz de los Devotos, diseñada por Gloria Valero, realizada con las donaciones recibidas en acción de gracias durante años por los devotos. Previamente, el obispo José Ignacio Munilla ofició la Solemne Eucaristía, que estuvo cantada por el coro y orquesta Maestro Ricardo Lafuente. La patrona de la ciudad en su trono adornado con flores recorrió las calles de Torrevieja arropada por fieles y devotos, con el acompañamiento musical de la Sociedad Musical Ciudad de Torrevieja «Los Salerosos». A su llegada al Casino se disparó el castillo de fuegos artificiales mientras la virgen dirigía su mirada al mar. Después, a la altura de la biblioteca municipal, la Masa Coral «José Hódar» le dedicó la habanera «A mi añoransa». Como novedad, y para terminar, los solistas Antonio Martínez Prieto, Víctor Alcañiz, Belén Puente y Nuria Maddaloni junto a la Unión Musical Torrevejense entonaron la Salve Marinera a su llegada a la Iglesia Arciprestal. La procesión contó con la presencia del alcalde, Eduardo Dolón, la corte salinera y concejales de la corporación municipal.
No es cuestión de aclamar a la Purísima, sino de imitar su ejemplo de vida. Y si de ejemplo de vida se trata, ¡qué mejor ejemplo que el que nos dejó el Señor Jesús! El Suyo fue el testimonio de una vida indestructible: una vida que vivifica.
Estas manifestaciones de religiosidad popular no siempre estuvieron permitidas. Franco las autorizó, pero el gobierno del Frente Popular y de la República las persiguió, y los enterramientos religiosos, el toque de campanas, las órdenes religiosas, quemaron conventos, iglesias, asesinaron monjas, curas, frailes, obispos, seminaristas, seglares, misaires (el paisano en la Cataluña de Companys que iba a misa), etc. Así que si la involución triunfa en España y nuestra democracia y nuestra Monarquía constitucional son subvertidas, bien podéis ir despidiéndoos de las procesiones. Como los derechos democráticos se defienden ejerciéndolos, valga mi ejemplo como ejercicio de la libertad de expresión que todavía rige en España. Y si los de la memoria histérica se molestan, paciencia (que es cosa que para todo aprovecha)