Sacudo mi pereza frente al papel desnudo que le cuente algo a mis sufridos lectores, que no se cuantos tengo. Todo se amontona y ya no van a quedar noticias de última hora por la marcha trepidante que llevamos.
Ahora mismito por las ondas se nos hace bombardeo incesante con la palabra Gallardón: Gallardón sí pero no, Gallardón no pero sí…
Pero, en primer lugar, sigo quedándome con la estampa alborozada de la plaza de Colón de hace unos días. Testimonio de miles de familias en defensa de lo suyo, que no se considera. Mucho ajetreo y polvo por esas carreteras, con el sacrificio que comporta, pero enfrentándose a la blandura que nos invade y nos adorna, impidiéndonos mover un músculo de la cara en favor de cualquier causa noble. Estuvieron allí, sí, las familias, con sus pequeños y sus mayores, que la integran desde siempre, aún antes de que el cristianismo les diera el rango que les corresponde en el devenir de las sucesivas generaciones por la Historia. Y se volvieron eufóricas el mismo día para seguir con su testimonio hermoso entre las gentes de su ciudad, de su pueblo y de su barrio, haciendo del boca a boca herramienta de su entusiasmo contagioso. O que debiera contagiarse.
Y Gallardón que nos explota entre las manos, porque a todos nos importa, parece ser, que entre o salga de las listas; dentro y fuera del PP. Aunque el ajuste de cuentas ha estado latente desde siempre y ha sido un secreto a voces, a dos meses de las elecciones se nos divide a los electores, tan necesarios como somos en esta santa democracia que tenemos (porque si no votáramos, ¿qué?, a ver… que diría ése de los tirantes que sale por la tele. A ver. O si votáramos todos en blanco, a ver… que diría ése que sale por la tele con sus tirantes…). O sea, que en el partido que puede ser alternativa de gobierno y en su cúpula y en Madrid se celebran unos «caucus» entre media docena de personas y gana… Esperanza Aguirre. Toma castañas, por no decir nísperos y plagiar al inolvidable Campmany. ¡Qué demonios hacemos los ciudadanos para que nos partan en dos! Unos a favor y otros en contra. Y así desde Frascuelo. División de opiniones, que en el argot taurino que me viene a la cabeza se compendia toda la vida y el ser de España. Y Joselito y Belmonte, Manolete y Arruza, Madrid y Barça, Hueso y Remiendo, Zapato y Alpargate… ¡Mira si fuera bueno el contraste de pareceres a estas alturas…! ¿O son feroces peleas por ser «okupas» de los mejores puestos…? ¡Demonio, cuánto pensar…! Casi mejor una partida de ajedrez o un buen sudoku… y que sea lo que Dios quiera.
JortizrochE
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