Andalucía, la «sufría»

Las lluvias en Andalucía son terribles, por el simple hecho de que se tira meses y meses sin caer una gota, y la tierra está ávida por recibir las aguas, como un neófito, pero cuando se empapa, expulsa el sobrante, que forma las riadas, extremadamente peligrosas. «Cuando «La Peña» tiene montera, llueve aunque Dios no quiera», es un dicho popular allí. También: «Con la nube en Sierras Arcas, del ganado hasta las vacas».
Yo he visto, en casa, subir el agua hasta 1 1/2 m., y los hombres, atados con gruesas maromas, para atender a los caballos, vacas y mulas de carga (acémilas). De todas formas, cuando el río Guadalhorce amenazaba con desbordarse, y las lluvias procedían de las ya citadas Sierras Arcas, mi padre enviaba a los obreros para abrir un boquete de 2 m. por 1 1/2 de alto, más o menos, en la parte posterior del cortijo, y otro, con las mismas dimensiones y paralelo a ése, en la fachada anterior: así corría el agua sin hacer remanso. Todo el mundo se echaba un animal a cuestas para subirlos a las cámaras altas; lo mismo cerdos, que gallinas, pavos, patos y chotillos, y nunca se ahogó ninguno. Los silos llenos de cereales eran cerrados herméticamente con dos gruesos portones corredizos, que se sellaban con gomas ajustadas. Aquello era un desmadre; luego, a los dos o tres días, se veían, sobre los campos, bandadas de grajos, buitres y cuervos, devorando las reses muertas que habían sido arrastradas de otros lugares hasta allí. Los edificios estaban en las grandes ciudades; en los pueblos, eran chozas y casas bajas, por eso las gentes acudían, con sus ganados, a los cortijos, con el fin de salvarlos. Andalucía siempre ha sido «la sufría» de España, y sus lluvias, tardías pero ciertas, las más «esaborías» de la península.