La manada y viceversa

Hoy, tras un paréntesis debido a causas personales, hago este artículo de opinión sobre el escandaloso caso de la bestial «manada» y no menos escandalosa justicia, y me pronuncio, y desde aquí levanto mi voz con indignación e ira junto a las demás mujeres, ante la violación múltiple salvaje de estos cinco degenerados -la cual grabaron y difundieron- a esta indefensa joven, por el hecho de ser mujer. Esta camada de animales con sólo fisonomía humana, que se denominan acertadamente la «manada», con otro antecedente de la misma índole; según, en la localidad de Pozoblanco, a otra joven, ya estaban fichados y a espera de juicio, campando a sus anchas, estos despreciables depredadores de sexo. A este caso se une, increíblemente, el escandaloso juicio machista retrógrado de los tres jueces de turno, entre ellos una mujer, que, más que valorar y defender a la joven violada brutalmente por estos cinco desalmados, en vez de mostrar respeto, compasión, ayuda y protección hacia ella, insólitamente, ponen en tela de juicio su comportamiento. Según ellos, sumiso, entregado, sin lucha ni oposición. Y casi benévolos con los violadores a mansalva. Y, tras el juicio sin justicia real, justa y verdadera, sólo nueve años de cárcel. Mas, para colmo, al poco los dejan en libertad condicional bajo fianza de seis mil euros, pues, según afirman, no había «riesgo de fuga», de que vuelvan a «reincidir» -¡qué guasa!-, a la espera de que se cumpla la sentencia final. ¿Y la otra, cuándo? Y otro juez, demostrando sin tapujos su machismo despreciativo e insultante hacia la joven, diciendo que había sido un jolgorio consentido y demás «lindezas» que otros jueces justos lamentaron y descalificaron, tamaña afirmación y definición deleznable. Tras este cínico insulto, salieron en banda a flor de piel, parte del cooperativismo de muchos supermachistas del ramo de la justicia que, por desgracia, los hay, apoyándolo. Toda una demostración palpable del trato vejatorio e insultante hacia las mujeres y sus derechos. Igualdad de condiciones y vivencias como los hombre en todo, tanto en las esferas altas como las bajas, y ahí estamos, en lucha. Pero la «manada» y viceversa al unísono se retrataron tal como son, sin tapujos cada uno.
Todas las mujeres, «excepto algunas», nos sentimos violadas, asesinadas, maltratadas, cada vez que pasan por desgracia estos hechos violentos contra nosotras, las mujeres; este «terrorismo criminal», un día sí y otro también, año tras año. Aquí y en todas partes del mundo, el «supermachismo» más obsceno y dañino lo llevan en sus genes esta casta de manadas innobles, de toda índole y procedencia, que consideran a la mujer de su pertenencia y objeto de sus apetencias y disfrute, y no les merecemos respeto. Y lo también sorprendente y vergonzoso fue la llegada de estos cinco desalmados a su barrio, su casa. El recibimiento jubiloso, extremo, de familia, amigos y vecinos, con abrazos de alegría y respeto. Sin reproche alguno y defendiéndolos sin pudor, conciencia ni moral alguna. Como si les hubieran acusado y detenido injustamente por unos delitos que, según ellos, no habían hecho.
Llegaron cual héroes con celebraciones y parrandas; y sin pedir perdón ni tener sentimiento de culpa, estos inmorales sujetos y allegados. Y lo más inquietante es que están saliendo nuevas manadas de esta especie despreciable de ínfima categoría humana.
¿Hasta dónde llega la degeneración y la valoración moral de esta sociedad, más bien de libertinaje en todos los sentidos, me pregunto? Yo, mujer que soy, me siento como las demás mujeres, herida en nuestro ser femenino. Se nos roba el honor, la dignidad, el respeto, la libertad, la igualdad, los mismos derechos que los hombres tienen en todos los tiempos habidos y por haber, como está visto, en opiniones, opresiones, vejaciones, desigualdades, violaciones, asesinatos y un larguísimo etcétera. Mujeres, no callemos la voz ni las protestas, alcemos nuestras manos por nuestros derechos en igualdad con el hombre. Nosotras somos como la tierra, que alimenta la semilla, y de ella nace el fruto de la vida; las que parimos a toda la humanidad, y nuestro cuerpo sólo nos pertenece a nosotras, las MUJERES.

Josefina García

2 comentarios

  1. ¿Qué tal si empezamos por respetar y acatar las leyes y los tribunales de justicia?

    «El recibimiento jubiloso, extremo, de familia, amigos y vecinos, con abrazos de alegría y respeto. Sin reproche alguno y defendiéndolos sin pudor, conciencia ni moral alguna. Como si les hubieran acusado y detenido injustamente por unos delitos que, según ellos, no habían hecho.
    Llegaron cual héroes con celebraciones y parrandas; y sin pedir perdón ni tener sentimiento de culpa, estos inmorales sujetos y allegados».

    Ha definido a los etarras y abertzales.

  2. Sr. NO:

    Excelente su comentario.

    A las personas de mi entorno cuando comentan el asunto de la «manada», les sugiero para empezar se lean la sentencia, el video es mas difícil su visionado. Se ha montado un juicio paralelo donde la verdad no importa, los hechos son obviados y de este proceder no se pueden extraer conclusiones fieles a la verdad.

    Salú2.

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