Se acabó. Más correctamente, se acabaron. Terminaron a la vez los dos «culebrones» de final del verano: el pago de las nóminas de los trabajadores municipales, y la moción de censura impulsada por el PP como consecuencia. Después de un mes dando vueltas, ambos «fuegos» se han extinguido a la vez. Y, en resumen, las cosas han vuelto a estar como estaban en un principio. Por una parte, Valencia ha emitido un informe con el que el alcalde puede contradecir legalmente el dictamen de Intervención, y proceder a pagar las nóminas de los empleados públicos con todos sus complementos, incluido el controvertido plus de productividad. Respecto a la moción de censura, como era previsible, nadie se la ha querido jugar a escasos meses de las elecciones municipales, aunque sí ha habido acercamientos que podrían cristalizar en un futuro. Finalmente, todas las soluciones llegan, con el tiempo, un poco de paciencia, y la justa reivindicación (como se suele decir, a Dios rogando y con el mazo dando). Y, lo más importante, siempre que haya voluntad. Porque, a fin de cuentas, el tiempo lo único que hace es posibilitarnos recoger los frutos de lo que nosotros mismos hemos sembrado. Ambos episodios, como tantos otros, nos permiten contemplar el comportamiento de cada cual ante situaciones comprometidas, y nos dan elementos de juicio para que podamos elaborar nuestras valoraciones de cara al futuro. En estas páginas, los hechos; la valoración, en sus manos.
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