Esta mañana, en el corto paseo hacia la Parroquia, con nuestro sol que salía y se escondía detrás de las nubes, que también nos mojaban de fina lluvia (¡qué bendición!), no he podido imaginarme que, cuando entrara al templo, estaría lleno de fieles y «fielas»… Más «fielas» que fieles, que no podrán quejarse los Ministerios esos de la Igualdad, ya que las católicas mujeres rebasan de sobra el cupo. Y es que hoy es la Virgen del Carmen, a la que el pueblo le tiene tanta devoción y cuya imagen en su trono ya está al lado del altar esperando que esta tarde, después de la misa, los hombres de la mar la cojan en volandas para llevarla por las calles de la ciudad, incluido el renovado Paseo Vista Alegre, hasta el muelle, y después, en un barco de pescadores -¡qué bien suena lo de pescadores cuando de Jesús y la Madre se habla!-, se enseñoree de las aguas del puerto como Reina y Patrona de ellos y de su duro trabajo. Será, como siempre, procesión de gentío, como en casi todos los pueblos costeros de España, aunque el Sopena ése del pelo blanco que sale en la tele se empeñe en decir a lo fardacho, con enconada manía, que vamos quedando menos. Digo manía, espero que odio no, sabiendo él, tan sabidilla, que los católicos pedimos por ellos, por los que no creen, en las peticiones de los fieles que se hacen en todas las misas en todos los instantes de todos los días del año.
Dice D. Rafael, nuestro Obispo, que el Monte Carmelo es bello y hermoso. A comienzos del siglo XIII ya tuvo carácter mariano y a la tal María Madre de Dios, le trasladó su nombre y también su condición subyugadora de belleza y hermosura. Implorémosle que nuestra fe no sea nunca laminada por naufragio alguno.
Comento resaltándolo, aunque mis amables lectores lo sabrán por los medios de comunicación, nacionales e internacionales, que el Papa está ya en Sidney, en espera de su encuentro con no menos de un cuarto de millón de jóvenes, para celebrar otra Jornada Mundial de la Juventud. Inmenso continente de nuestras antípodas donde se encuentran, sin embargo, cinco mil muchachos y muchachas españoles, acompañados de la ilusión de seguir el camino del Pescador de hombres. Aprenderán a orar, con lo difícil que es, y disfrutarán de experiencias que los marcarán.
Y colas de coches hacia los supermercados; obedientes que somos a la última consigna del «presi». ¡Hala, a consumir! Algún día se dará cuenta de lo duro del buen gobierno, que no es vender oblicuas sonrisas y promesas vacuas (yo también he comprado, que conste).Que los mandatarios han de ser lidiadores y tienen que luchar con denuedo para cuando salga el toro. El toro de las «cornás», que más «cornás» da el hambre, digo la crisis, que dijo el Gallo.
JortizrochE
PS.- Cuando escribí al principio sobre la fina lluvia de la mañana, no podía saber que al anochecer y al terminar el paseo de la imagen de la Virgen por la bahía, las nubes se volverían hoscas, duras, negras, y que tirarían el agua suficiente como para acelerar la vuelta a casa. Todo el mundo se mojó. El campo y las calles también. No hay mal que por bien no venga.
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