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La Parroquia del Sagrado Corazón acogió una misa de difuntos en recuerdo de los caballeros legionarios fallecidos, que anualmente promueve la Hermandad de Antiguos Caballeros Legionarios de la Vega Baja. La misa fue oficiada por el capellán José Ramón Rapallo, destinado en la Bandera de Operaciones Especiales Maderal Oleaga XIX de la Legión, y cantada por el coro parroquial. Además de las autoridades militares, se dieron cita concejales de la corporación. Como colofón, un piquete depositó una corona de laurel a los pies del Cristo del Mar situado en el Altar Mayor mientras sonaba «El novio de la muerte» y después trasladó la imagen a su lugar habitual en el templo. La jornada finalizó con una comida de hermandad a beneficio de la Fundación Tercio de Extranjeros.
Puedo dar fe por sus hechos e historia que La Legión no solamente destaca por su alta disponibilidad y fiabilidad, sino también por su categórica expresión de culto al valor, al honor, la disciplina, al espíritu de servicio, al espíritu de sacrificio y al compañerismo. Por eso, no entiendo que al acto inaugural del próximo martes, 8 de noviembre, a las 17:00 horas, en la calle Vitrubio de Madrid, de un monumento escultórico de homenaje a la Unidad en su centenario (ya son 102 años de vida), propiciado por el pueblo de Madrid y en la capital de España, no haya merecido la asistencia de la ministra de defensa y de la cúpula militar que ella manda.
¡Viva España!
¡Viva El Rey!
¡Viva La Legión!