«El que de lejos parece…»

Domingo Pérez Gutiérrez
Ex-concejal del PSOE de Torrevieja

Somos, los españoles/as, un pueblo muy refranero. Algunos, como el que encabeza en parte el texto, y que en su totalidad advierte de que, “el que de lejos parece, de cerca lo es”, o ese otro que, así mismo lo hace cuando dice que, “cuando el río suena, agua lleva”, me vienen bien aplicarlos para corroborar lo que opino, no del Sr. Feijoó, al cual no conozco personalmente, sino de lo que, como todos, recibo de sus declaraciones y discursos desde que fue nombrado presidente del PP y candidato por el mismo partido a la presidencia del Gobierno de España.
No tengo ni la más mínima duda de que cuando la cúpula de un partido como el PP, se decidió, sin más trámites, a nombrar a Feijoó para las responsabilidades que lo han nombrado, fue por considerarlo ideal por su solidez política, así como por su carisma de ganador de elecciones.
Y a partir de ese momento, los españoles/as que no habitamos en el cuadrante noroeste de España, comenzamos a conocer a un político, Feijóo, que no conocíamos y del que, a fuer de ser sinceros, esperábamos (al menos yo), otra cosa.
Esperábamos un político al uso. Un político, además, de mayorías absolutas, con la soltura que dan esas mayorías en el discurso y en el mensaje, con madurez en las confrontaciones políticas y certezas en el manejo de datos económicos y sociales. En fin: un político preparado y con pocas fisuras.
Lo que nos encontramos, desde mi punto de vista, ha sido todo lo contrario. Un político sin apenas discurso, vacilante con los datos, equivocando conceptos (prima de riesgo etc…) y con suficientes lapsus, los Oscar en Sevilla, Picasso catalán, Orwell y el 84, asegurar no haber visto en muchos años a cristianos matar gente por la religión, el jet-foil de Canarias y por nombrar solos de los últimos días: pupilas dilatadas por la luz de Cádiz, Badajoz andaluza, acusar a Sánchez de “querer ocultar lo que ha hecho en el futuro”, para poder considerarlo como serio aspirante a aquello que decíamos al principio de “el que de lejos parece…” o variando el segundo aserto: «cuando el río no suena, no lleva nada”.
También ha podido ocurrir que la cúpula se equivocara.