El camino de Lourdes

Cada nuevo año, en el mes de Mayo comienzan los preparativos para realizar la peregrinación a Lourdes, hacer las reservas, pagar los billetes, pensar en la ropa que voy a echar en la maleta, pues, ¿hará frio? ¿hará calor? Ya que en Lourdes nunca sabes qué tiempo te vas a encontrar, así es que, lo mejor, es llenar a maleta con toda clase de ropa. Pero hay otra maleta que también se llena y es la de la ilusión y el deseo de encontrarse con “La Señora” (La Virgen Inmaculada Concepción) a la que le llevamos nuestros deseos, nuestras peticiones, nuestros encargos de los amigos, nuestras ilusiones y en especial, nuestro encuentro personal con Ella.
Hay quién va a Lourdes por primera vez y regresa entusiasmado y con el deseo de preparar la hucha para recoger el dinero para el próximo viaje, pues, viene lleno o llena de la experiencia de su encuentro con la Virgen. Para el cristiano, es excepcional vivir estos encuentros, ya que es la fe personal de cada uno la que se pone de manifiesto ante la Virgen.
En Lourdes no tienes tiempo de aburrirte, hay veces que llegas al hotel casi extenuado y con ganas de una ducha tomarte una buena cerveza y descansar para el día siguiente, pues, no solamente trabajan aquellas personas que voluntariamente hacen la peregrinación con el objetivo secundario de ayudar y servir a los enfermos, y digo secundario porque el primero es ver a la Virgen. Los hospitalarios voluntarios tienen que cuidar en todo momento de los enfermos, darles de comer, asearlos, levantarlos, acostarlos, quedarse con ellos por las noches, transportarlos a todos los actos litúrgicos que se celebran en su honor y para ellos y cumplir sus encargos de compras y recogerles el agua de Lourdes que quieren traerse para sus dolencias con la esperanza de una recuperación de sus enfermedades.
Los peregrinos, o sea aquellas personas que van a Lourdes con un objetivo religioso, tienen la oportunidad de encontrar todos los servicios necesarios que precisan, misas, confesiones, unciones de enfermos, capillas especiales para la adoración al Santísimo, lugares de recogimiento y oración, baños en piscinas que simbolizan un nuevo bautismo, procesiones, etc. y todo ello gratuito, pues, dentro del recinto del Santuario de la Virgen, no existen vendedores de nada, como dato curioso, las velas están clasificadas por tamaños y precios y, cada uno, voluntariamente, echa el dinero que desea en los lugares establecidos sin vigilancia ni control alguno.
Por Lourdes pasan todos los años millones de personas de todas las nacionalidades del mundo, de hecho, es la segunda ciudad en plazas hoteleras de Francia, señalando que, dado el carisma cristiano de los visitantes, cabe destacar que no se registran incidentes de ningún tipo, de hecho, no es necesaria la presencia policial.
Lo especial de Lourdes, es que te vienes con morriña, una vez que regresas te ha parecido el viaje corto y desearías continuar allí, lo importante es que, los cristianos, nos venimos con la sensación de que La Virgen nos abraza y nos ampara permaneciendo con nosotros, de tal forma que no nos sentimos solos y esperamos con impaciencia poder volver a verla en el próximo año. Les animamos a viajar a Lourdes.

Carlos García

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