Eso es precisamente lo que el Poder Judicial ha infligido a la familia Cortés, y, de paso, a todos los españoles que, como Espartaco, «todos somos Mariluz». ¿Qué es para el juez Tirado la sanción de 1.500 euros, recusada, ya que no se cree culpable? ¿Acaso la vida de la niña tiene ese precio? Señores, metan la mano en su pecho, los que tengan hijos (yo no puedo hacerlo: no soy madre), y díganme con honestidad si, ante tamaño desbarajuste en la justicia, hubiesen respondido con la misma serenidad, respeto y educación que esos gitanos. Digo «gitanos» con toda mi admiración, con el alma compungida ante la lección que nos están dando con su civismo, con ese dolor callado que hace que se nos remueva el alma. Me pongo en el puesto de esos padres, cuando cierran la puerta por las noches, para aislarse del mundo exterior, y notan cómo falta ese tesoro en su camita. España ahora no es la imagen frívola de la castañuela, pandereta y ripio, sino una España triste, sombría, a la que se le empañan los ojos y se le llena de crespones, huérfana de Mª Luz, Yeremi, Madeleine… Es por los miles de niños que desaparecen y cuyos padres no tienen acceso a los medios de información. ¡Hagamos una piña y que la justicia sea eso… JUSTICIA, y no como en el crimen de Cuenca ni otros similares! No sabemos si el juez Tirado es el único culpable por negligencia u omisión, ya que en un juzgado hay secretarios, pasantes, ujieres… y un papel se puede traspapelar, pero si fuese el hijo de uno de ellos… ¡Ah! Otro gallo nos cantaría. ¡Que pena ser pobre! Juan José, abuelo Juan y resto de la familia, convocad una manifestación masiva para mejorar las leyes, que todo el mundo se echará a la calle; porque un crimen tan sin sentido no tiene justificación, y no se puede tampoco culpar a nadie sin pruebas concluyentes. ¡Un abrazo y mucho ánimo!
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