Me despedía la última vez con la premura de siempre para no salirme del recuadro, pero no sin mentar a los señores Garzón y Alonso, que eran noticia. Un juez mediático, «justiciero» y sectario al que no le han dejado ser ministro los mismos suyos, y otro magistrado que le ha tomado el gusto a la política, y sin llevar el carnet en la boca está dispuesto a vocear a los cuatro vientos cualquier iniciativa (malsana o inane) que se le ocurra a la plana mayor del progresismo fetén.
Pero aparto el tema porque yo tengo que hablar, otra vez y con alegría, a pesar de todo, de la suerte que tiene nuestro mundo católico con este otro anciano Papa, Benedicto XVI, que con el rigor intelectual que le caracteriza deja «tocado» a su auditorio. Políticos de fuste, representantes de otros credos y religiones, estudiantes, intelectuales de cátedra, lo mismo le da. Se empeña y consigue alertar a los hombres, convencer a los hombres, de que Dios no nos pide a los creyentes sacrificar la razón. La fe es perfectamente compatible con esa razón que promueve tanto el humanismo con sus éticas y filosofías como el desarrollo científico y tecnológico, a priori, en bien de la humanidad. Para Francia, la potencia laicista por antonomasia, pide respeto, porque también esa Francia, por boca de su presidente, respeta y admira al Jefe de la mayor familia religiosa del mundo. Eso sí que es una verdadera entente. Porque hablan con naturalidad del laicismo y de la laicidad y porque sabiendo que el hecho religioso no debe circunscribirse al interior del templo, consideran y valoran el aporte del cristianismo a nuestra cultura occidental. Y así, aquí y ahora, de nada vale ser anticlerical, porque es confundir, como se ha hecho en los últimos tiempos, insensatamente. Y es que el Pontífice ya lo ha dicho en varias ocasiones, «no está en contra de la libertad religiosa, pero los derechos asociados con la religión sí necesitan protección cuando se consideran en conflicto con cualquier ideología predominante». Dice más: «Que la garantía de la libertad religiosa no se puede limitar al libre ejercicio del culto, sino que se ha de tener en la debida consideración la dimensión pública de la religión».
Y me gustaría que nuestro presidente hubiera llevado hasta sus últimas consecuencias aquella política a desarrollar cuando avisaba en vísperas de elecciones que a España la llevaría al corazón de Europa (?). Mientras Sarkozy se entrevistaba con Benedicto XVI; Rodríguez Zapatero, invitado especial del turco, eso sí, brindaba por la entrada de Turquía en Europa y reforzaba e impulsaba sus ideas sobre la Alianza de las Civilizaciones, aludiendo a la influencia y la impronta que el Islam dejó en la península (?) después de tenerla primero invadida y después ocupada durante setecientos años.
Que se podría seguir hablando sobre los valores del Islam, claro que sí, y de sus daños colaterales también, que no de lo árabe y su cultura apreciada y apreciable. Pero ya me salgo sin hablar del sr. Garzón ni del sr. Alonso, aunque éste le haya dejado el encargo ese de los plazos a la ministra Aído y su comité de expertos abortistas sin contar al doctor Morín, que aún espera que lo llame.
JortizrochE
JortizrochE Tienes un cacao considerable chico que vision tan negativa de la vida otros con menos se han recluido en un monasterio el odio es malsano yo me4 daria de tortazos agur