Cada cuatro meses ofreceremos a nuestros lectores el calendario lunar tras los solsticios, según la tradición oriental de los chinos, pues hace ya más de 2.600 años antes de nuestra era que Huang Ti ordenó iniciar el registro más largo de la historia humana siguiendo los ciclos del zodiaco basándose en los cambios de la luna de nueva a creciente y de llena a menguante en periodos de 28 días que no son fijos como en nuestro calendario solar. Sus fechas se mueven, pues, como en el ajedrez, y resulta difícil seguirlas. No ha mucho pedí un calendario chino en uno de los bazares de oriente y me respondieron con órbitas de ojos arqueadas como lunas crecientes y menguantes: «chinos no en luna, son Yankis», y sus risitas filosóficas hacían que nuestra cronología de occidente pareciera diminuta ante su sabiduría ancestral. Y me imaginé tambaleándome con los cambios de la luna.
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