Thomas Carlyle (1795-1881)
No sé qué tendrán los libros que no pierden actualidad, a lo mejor porque conservan lo mejor de cuando vieron la luz primera. Se les ha llamado espejos vivos de todas y cada una de las culturas.
Así los consideraba el escritor Thomas Carlyle, cuya figura se erige como tallada en una de las estribaciones rocosas de Escocia. Se movía entre la historia y la leyenda, como el monstruo del Lago Ness. Ya de jovencito, a la edad de 13 años, se fue a pie desde su casa hasta la Universidad de Edinbourg, a 98 kms, para visitar la famosa biblioteca; su talento creció y creció en un pueblecito, Ecclefecham («iglesia pequeña» en gaelic), antes de lanzarse a la conquista de las letras. Firme en el pensar, maduró Carlyle sus ideas tallando un vocabulario digno de los héroes de todos los tiempos, y he recogido una serie de sus frases famosas que merecen constar en tabletas conmemorativas: «No sólo son héroes los que triunfan, sino los que sucumben, pero jamás lo será el que abandona el combate». Inflexible con los que flaquean, sabía ser humano con los débiles: «Un gran hombre sabe tratar bien a los que son inferiores a él». Las palabras tallan a las personas y hacen que maduren los pequeños, pues resultan ser la mejor compañía, obligándonos a que tengamos que recurrir a ellas en forma de volúmenes impresos o en ediciones de última tecnología, como recogió el nicaragüense Ruben Darío en rimas octosilábicas inigualables: «El libro es fuerza, es valor / es poder, es alimento / antorcha del pensamiento / y manantial del amor». Y al decaer la tarde cuando estoy dormitando, me encanta que cubran mis rodillas las hojas de algún volumen, imaginándome con el inventor de la imprenta, Johann Gutenberg, que estoy jugando con soldaditos de plomo para ganar la batalla que nos hace crecer dentro de un mundo no siempre en consonancia con lo que los libros tratan de enseñarnos.
HECHOS Y DICHOS
La verdadera universidad en nuestros días consiste en una buena colección de libros. Thomas Carlyle
CLUB DE LECTORES
Hasta los libros malos son libros.
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