Actualmente son muchos los que se alegran por las decisiones de no presentarse a nuevas elecciones, de algunos políticos que venían ganando en las últimas ocasiones a las que comparecían y a quienes se les han achacado todos los males de la humanidad, o todos los bienes habidos y por haber. Pero no olvidemos que es el tiempo el que hace quedar a cada cual en su sitio y que se vean realmente las circunstancias en las que cada uno tuvo que gobernar, y que influyen sobremanera en los diferentes mandatos. Evidentemente, no es lo mismo gobernar durante una época de bonanza, como la de hace unos años, que en la actualidad, con los grandes problemas que agobian al mundo entero, no lo olvidemos.
La historia, que se repite una y otra vez, suele poner a cada cual en su sitio, pero es al cabo del tiempo cuando la perspectiva nos deja más claro el comportamiento de cada uno, en su momento, para bien o para mal. No nos equivoquemos tampoco, que no siempre quien tiene el mandato más placentero y exitoso a priori es el que sale mejor parado al final. Recordemos que durante casi cuarenta años aquí se vivió una dictadura, donde todos adulaban y agasajaban continuamente al dictador, pero después se ha comprobado cómo nadie quiere que se le relacione con aquel período, ni tan siquiera los premios que otorgaban se valoran, y a pesar de que disfrutó hasta el último momento de todos los plácemes y alabanzas, después sus descendientes han tenido que pasar por toda suerte de vergüenzas y humillaciones.
Todo eso nos lleva a entender que nadie es tan malo, ni tan bueno, como muchos se empeñan en hacer creer. Ahora estamos con la esperanza puesta en que el futuro sea mucho mejor, para todos.
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